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RELIGIÓN

Ratziger explica a minusválidos el documento sobre fecundación artificial

Juan Arias

El cardenal Joseph Ratzinger, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, ha querido, la tarde del jueves, explicar el reciente y controvertido documento sobre la fecundación artificial a un público muy particular: a 100 jóvenes minusválidos física y psíquicamente, a 60 niños hijos de nadie, a un grupo de dogradictos y a 30 muchachos del Tercer Mundo.

Ratzinger se reunió con los jóvenes en el instituto romano de Don Orión y celebró una misa en su honor. Les dijo, glosando el Evangelio, que hoy, "los más humildes, los sin poder, los hermanos de Cristo, son los niños aún no nacidos". Y añadió: "Mañana serán los ancianos y los enfermos que no participan en el proceso de la producción".El escenario era dramático por sí mismo. Todos aquellos jóvenes, cada uno de ellos marginado de la sociedad por diversas razones, miraban a Ratzinger, apellidado el cardenal de hierro, con ojos entre sorprendidos y extasiados. "Donde ya no rige", les dijo, "el respeto incondicionado por los débiles indefensos, por los sin poder, se, está ya en el régimen de la violencia. Y donde rige la violencia nos hallamos en el reino de la muerte".

Sus palabras caían como mazazos sobre aquel cuadro de miseria humana.

Y refiriéndose al documento sobre la procreación que impide a las mujeres estériles tener un hijo en probeta o por inseminación artificial con métodos masturbatorios, el cardenal les contó una anécdota. impresionante. Un investigador y científico australiano, les dijo Ratzinger, se encontró un día con un diputado, el cual le dijo si no era mejor usar para sus experimentos de laboratorio embriones de mona en vez de embriones humanos. Y el científico le respondió: "Ciertas especies de monos son demasiado preciosas para usarlas en tales experimentos, mientras de la especie humana tenemos un número más que suficiente de fetos". Y les comentó que de este modo "la ciencia nacida para defender la vida se convierte en instrumento de muerte". Los jóvenes minuáválidos se quedaron como petrificados ante la historia del cardenal, que la había contado con voz un poco emocionada.

Panorama equilibrado.

En la misa estaban presentes un grupo de periodistas que abordaron al cardenal en la sacristía. Se negaba a hablar. Pero al final cedió ante el fuego de preguntas. "No es verdad", dijo Ratzinger, "que el documento ha levantado una ola de polémicas, sino más bien un panorama equilibrado con voces discordes". Y añadió: "Nosotros hemos hecho un esfuerzo para renovar el respeto de la vida y el valor de la persona humana".Contra quienes han criticado el documento, el cardenal dijo que éste "pone la ley moral sobre el amor", que lo que ocurre es que "se tiene un concepto equivocado del amor, el cual no debe ser búsqueda del placer sino, más bien, renuncia a los deseos". Sobre la posible injerencia de la Iglesia en la esfera civil, el cardenal explicó que "el derecho es algo distinto de la ley moral, pero es derecho si se basa en valores morales fundamentales".

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