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Crítica:MÚSICA CLÁSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El virtuosista Oistrak

Orquesta Nacional de EspañaDirector: G. Chmura. Solista: I. Oistrak. Obras de Beethoven y Dvorak. Teatro Real, 7 de marzo.

Sinfónica de RTVE

Director: Günter Neuhold. Solista: André Watts (piano). Suite opus 6. de Berg, y Concierto número 1 de Brahms. Teatro Real, 5 de marzo.

Las dos obras de máximo repertorio programadas esta semana por la Orquesta Nacional se justificaron por la calidad de las versiones. Para el Concierto en re, op. 61, contamos con la colaboración de Igor Oistrak (Odesa, 1931), digno sucesor de su padre, el grande y desaparecido David. Mantiene Igor el fuego sagrado de su virtuosismo y ha ganado en emocionalidad expresiva muchos grados. Era en este terreno -defendido por un sonido distinto, de mayor densidad- donde Oistrak padre ganaba a Oistrak hijo. Ahora está sólo el hijo aunque haya de luchar con las aún cercanas sombras de su padre y maestro.

La fantasía y el saber de Chmura quedaron más que demostrados en su entendimiento de la Octava sinfonía, en sol mayor, op. 88, de Dvorak. Creo que el acierto reside en tratarla desde un punto de vista poemático, narrativo y pictórico, por más que la forma, aun ampliada, permanezca firme. Como buen imaginativo, Chmura ha pensado primero y descubierto después todos y cada uno de los trancos de la partitura y hasta el más recóndito de sus paisajes. Música ligada a la tierra -por el doble nacionalismo del carácter y la materia- esta sinfonía, aparte leves sugerencias heroicas, es una gran pastoral: efusiva y menos dramática de lo que suele hacerse; sucesora del paisaje, el aire y la técnica de Brahms mucho más que de la grave palabra beethoveniana; inclinada hacia el Schubert de las longitudes y hacia el Mendelssohn de la textura clarificada. Descubrir nuevos secretos en obra tan frecuentada fue el gran triunfo de Gabriel Chmura con la Orquesta Nacional.

Aplauso decidido

El pasado mes de enero, la Orquesta Sinfónica, con José Luis Temes, programó las Tres piezas opus 6, de Alban Berg, que ahora ha tocado la Sinfónica de RTVE, dirigida por Günter Neuhold. Esto hace suponer que Berg ha ingresado definitivamente en el repertorio de nuestros conciertos. No es así, pero mucho se ha adelantado.

Para empezar, el público habitual de los jueves acogió estos pentagramas tan bellos en su radical amargura con aplauso decidido. Bien es verdad que el maestro Neuhold (Graz, Austria, 1947) hizo una versión cargada de sentido. Aquí, como en la Obertura trágica y el Concierto número 1 de Brahms, quise descubrir en Neuhold al estudioso junto a Franco Ferrara, el otro yo de Celibidache en cuanto a saber qué era la música, cómo se disponían las tensiones para que la continuidad discurriera con esplendidez. Lo consigue en alto grado Neuhold a través de una belleza sonora, cohesionada, densa -sin excesos- y vivificada por la necesaria flexibilidad dinámica.

Corrió la parte solista a cargo de André Watts, un supervirtuoso que tocó con gran poderío y mostró una capacidad expresiva de tonos íntimos que va decantándose con el curso de los años. Sobre todo pudimos admirar algo infrecuente: la muy honda identificación de criterio entre solista y director, de modo que los resultados unían a su comunicatividad un aire tan natural y efusivo como el de las romanzas o intermedios del compositor hamburgués.

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