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'Volare'

Amo Italia porque allí todo es posible, desde que Maradona arruine a la Camorra poniendo al Nápoles al frente de la Liga, hasta que una multitud se manifieste oponiendo pastasciutta y salchichón a la invasión de las hamburgueserías. Porque un Pertini se pasa por el forro de la axila la legislación vigente sobre cadáveres para hacerse cargo personalmente del cuerpo de Enrico Berlinguer, y porque las alcachofas a la romana no son rebozadas con harina y huevo, que así son a la judía, sino hervidas enteras con agua y aceite y un picadillo de ajo y hierbabuena entre sus láminas.Porque casi todos los taxistas son guapos y supuestamente quieren acostarse contigo, lo cual, en vez de ofenderte, te hace aumentar el nivel de la propina. Y porque, en una trattoria del Trastevere, un chaval mira a su progenitor y le dice:

-No quiero más espaguetis.

-Pues te los comes, porque en la vida las cosas no se acaban cuando uno quiere, sino cuando se terminan.

Amo Italia porque la torre de Pisa se inclina y porque los palacios de Venecia se hunden, y porque su pretensión de modernidad no llega más allá de los diseños de Giorgio Armani, mientras los padres de familia, en verano, siguen saliendo a tomar el fresco en la calle con camiseta imperio. Porque la casa en donde nació Verdi está cerca de la finca en donde se rodó Noveccento y porque en las playas de Rímini, la ciudad de Fellini, rollizas matronas hacen punto mientras sus hijos despliegan cometas hacia el cielo, y los vitelloni, solterones algo mustios y bastante patosos, comen altramuces con sal y echan las pieles al Adriático. Porque el baptisterio de Parma es el más bello del mundo, y porque, cuando los misiles libios fueron lanzados contra Lampedusa, el Gobierno italiano, consciente de su impotencia, no se metió en fanfarronadas.

Y amo Italia porque Domenico Modugno clausuró el congreso de los radicales cantando Volare, que es un tema bastante más hermoso que el que suele cantar cualquier político en cuanto abre la boca.

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