Ana Saura y Mónica Aparicio
De las joyas primitivas al diseño de vanguardia
Ana Saura, de 27 años, y Mónica Aparicio, de 30, son diseñadoras de joyas de vanguardia, basadas, sin embargo, en modelos muy antiguos. Mónica se inspira en al primitivo arte ibérico, en tanto Saura prefiere la cultura precolombina. Ambas han conseguido situarse a la cabeza de este sector del mercado, en imparable auge desde que el gran innovador, Joaquín Berao, revolucionara el diseño tradicional de joyas. Las dos emplean materiales poco habituales, lo que contribuye a su éxito, ya que las joyas se abaratan.
Ana Saura y Mónica Aparicio destacan que en Europa se observa con creciente interés a los diseñadores españoles de piezas de vanguardia. En este sentido los españoles constituyen una seria amenaza -salvando las distancias de la comercialización- para la hegemonía de los italianos. Con todo, ninguna de las dos aspira a hacerse millonaria con el diseño de joyas. Simplemente es una actividad que les gusta y un modo de comunicarse con los demás. En general no cuentan con el gusto del gran público, hacen lo que les agrada a ellas y a un grupo concreto de gente. Su corta experiencia profesional las ha llevado al convencimiento de que cualquier cosa puede servir como motivo de inspiración, aunque sienten gran admiración por la joyería antigua.Mónica Aparicio, madrileña y arqueóloga, está especializada en la época de las colonizaciones. Al terminar sus estudios trabajó durante cuatro años con la Unesco, en Suramérica y Centroamérica. En 1985 empezó su actividad como diseñadora. "Ocurrió de modo circunstancial. Un amigo estaba realizando una tesis doctoral sobre fíbulas ibéricas, los imperdibles con que los iberos sujetaban los mantos, y pensé que esas piezas de arte antiguo podían ser transformadas en diseños modernos de joyería respetando su esencia original". Tras madurar este proyecto se lo propuso a Carrera y Carrera, una empresa líder dentro de la joyería española, y ésta aceptó, la contrató y realizó sus diseños.
Ana Saura, hija menor del pintor Antonio Saura, se siente fascinada desde su infancia por todo lo relacionado con el mundo de las joyas. "Mi abuela sueca se diseñaba alguna de sus joyas, y yo, cuando era una niña, hacía pequeñas joyitas con cuerdas, piedras...", dice. Estudió en Madrid, Suiza y Francia. Tras un corto período estudiando dibujo y pintura, Ana Saura viajó a Houston, Tejas, y allí estuvo tres meses en el taller de joyería de un amigo. "Me dediqué a observar la técnica artesanal, y esto me confirmó que debía dedicarme al diseño de joyas". Regresó a España en 1979 y estudió joyería en la escuela Massana, de Barcelona, hasta que en 1984 instaló su propio taller en su casa de Madrid y se dedicó a hacer joyas a sus amigos y a participar en exposiciones de diseño. Gran conocedora de la joyería alemana, la japonesa, la americana y sobre todo la joyería primitiva, confiesa que "cuando observo, por ejemplo, los diseños de la civilización precolombina tengo un doble sentimiento: por un lado me deprimo un poco al observar sus maravillosas piezas, y creo que todo está hecho; sin embargo me estimula a continuar reflejando mi personalidad a través de las joyas que hago".
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