El debate entre FitzGerald y Haughey defraudó a los electores irlandeses
Los dos principales protagonistas de las elecciones irlandesas, el taoiseach (en gaélico, primer ministro), doctor Garret FitzGerald, y el líder de la oposición, Charles Haughey, confirmaron en la noche del jueves que sólo los temas económicos preocupan a los ciudadanos irlandeses a lo largo de un monótono debate televisivo de más de una hora en el que ambos líderes fueron incapaces -quizá por el cansancio de la campaña- de producir una sola idea original.
Sólo una hábil interpelación de FitzGerald, que puso nervioso a Haughey, en el tema de Irlanda del Norte produjo una chispa de enfrentamiento entre los dos políticos, aunque no bastara para salvar un debate que defraudó a un alto porcentaje de la población. Las elecciones fueron convocadas el 28 de enero, después de que el Partido Laborista, socio con el Fine Gael (en gaélico, el Clan de Irlanda), de FitzGerald, en el Gobierno desde octubre de 1982, se retirase de la coalición como protesta por un presupuesto de austeridad presentado por el primer ministro.Tres días antes de la votación, y según una encuesta publicada ayer en el Irish Independent, el partido de Haughey, Fianna Fail o Soldados del Destino, el grupo mayoritario desde la independencia irlandesa y que defiende un conservadurismo de carácter marcadamente populista, ha reducido su porcentaje de aceptación al 46%, mientras que el Fine Gael, de FitzGerald, y que podría representar un centro-derecha europeo con una inyección de monetarismo en lo económico, ha ascendido ligeramente hasta el 25%. Eso supondría, caso de confirmarse en las urnas y (lado el complicado sistema electoral vigente, un hung Parliamet o Parlamento empatado, en el que aunque la formación de Haughey conseguiría el mayor número de diputados, sin embargo no llegaría a alcanzar la mayoría absoluta, haciéndose necesaria una nueva coalición.
Hasta el momento, Haughey ha insistido machaconamente en que sólo un Gobierno mayoritario, y monocolor puede producir la recuperación nacional" que precisa Irlanda. La ausencia de un mandato mayoritario al Fianna Fail convertiría al nuevo Partido Progresista Democrático, fundado por Desmond O'Malley, un ex ministro de la formación política de Haughey, en árbitro.
En el debate, FitzGerald, un honesto catedrático de Economía que es la representación viviente del personaje interpretado por John Wayne en El hombre tranquilo, el clásico de John Ford dedicado a Irlanda, intentó infructuosamente que Haughey explicase con argumentos y no con frases grandilocuentes sus fórmulas para resolver los aterradores problemas económicos del país.
Haughey se limitó a basar su argumentación en la promesa de conseguir una tasa de crecimiento anual del 2,5% y de mantener el nivel de gasto público.
Para FitzGerald, la receta de Haughey, si no va acompañada por reducciones sustanciales del gasto público, de los impuestos y del endeudamiento del Estado, sólo puede conducir a "una catástrofe". El mejor momento del debate se produjo cuando FitzGerald acusó a su oponente de mantener una actitud ambigua con relación al tratado anglo-irlandés por el que Londres concedió a Dublín en noviembre de 1985 un papel simbólico en los asuntos del Ulster. FitzGerald leyó el texto de una declaración reciente de Haughey en la que éste manifestaba su intención de respetar el tratado, pero sin renunciar a "un cambio de sus implicaciones constitucionales" una referencia al artículo primero, por el que Dublín, en contra de lo establecido por la Constitución, irlandesa, acepta la presencia británica en Irlanda del Norte mientras la mayoría de la población. así lo desee. Haughey titubeó y afirmó que esas matizaciones no se referían al acuerdo, sino a otro tema. Su metedura de pata se hizo más evidente cuando FitzGerald dijo que no entendía su posición, ya que el artículo primero no era sino una copia del acuerdo de intenciones suscrito por Haughey en 1980 con la primera ministra británica, Margaret Thatcher.
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