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Luis Magaña asume todos los poderes en FECSA y logra desbloquear la situación de aislamiento

Andreu Missé

Todos los miembros del Consejo de Administración de FECSA, incluido su presidente, Juan Alegre Marcet, pusieron ayer su cargo a disposición del nuevo hombre fuerte de la sociedad, Luis Magaña, quien hasta ahora venía ocupando el cargo de consejero de la empresa en representación del Banco Central, uno de los principales socios de la entidad. Jurídicamente, Magaña asumirá todas las facultades del consejo y actuará con los poderes de un administrador único. Asistirán a Magaña los consejeros Josep Juan Pintó y Enrique Masó. El nombramiento ha provocado ya el desbloqueo de la situación de aislamiento en que se encontraba la compañía y la solidaridad del sector.

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La decisión de poner el cargo a disposición de Magaña habría sido puesta como condición por éste mismo, para aceptar su nueva responsabilidad. Luis Magaña manifestó ayer, en una conferencia de prensa, que ha "pedido actuar con plena libertad" para aceptar la nueva responsabilidad.La primera tarea de Magaña será la de constituir un nuevo consejo de administración, que como mínimo contará con 15 personas, la mayoria de las cuales no pertenecerán a la dirección anterior. La renovación se realizará de forma paulatina para no crear un vacío de poder y respetar los estatutos. Los nuevos nombramientos se producirán a medida que vaya aceptando las renuncias presentadas ayer. Magaña anunció que había acepta do la renuncia del presidente Juan Alegre, quien, por tanto, ya no pertenecerá al futuro consejo de administración.

El nuevo responsable de FECSA señaló que "una vez tome conciencia del problema adoptaré las medidas adecuadas para la empresa", para añadir posteriomente que "no estoy en condiciones de cuantificar la dimensión de problema". También reconoció que "FECSA está en una situación peor que el resto del sector". Pero precisó que si pensara que "no existe solución, no hubiera aceptado la responsabilidad".

Señaló que tampoco estaba en condiciones de explicar la estructura del capital de la compañía, ni quienes eran los principales acreedores y se mostró poco partidario de que representantes de los trabajadores de la empresa -que como colectivo tienen uno de los principales paquetes accionariales- estén presentes en el nuevo consejo. A este respecto dijo: "Soy poco partidario de situaciones confusas, como que las mismas personas defiendan intereses de trabajadores y accionistas".

Venta de filiales

Antes de solicitar ayudas al exterior consideró necesario que la empresa resuelva sus problemas "de puertas adentro". Entre los planes de mejora de la situación anunció cuatro posibles frentes de actuaciones: reducción de costes internos de la compañía; incremento del volumen de ventas; desinversión de las filiales no dedicadas a la actividad eléctrica y, en cuarto lugar, señaló que si era preciso se recurriría también a la desinversión en los propios equipos eléctricos de la compañía. Una vez efectuadas estas actuaciones "tendremos razón", dijo, "para pedir la colaboración de las entidades financieras, el sector eléctrico y la Administración".En relación a los posibles sacrificios necesarios para salvar la empresa, Luis Magaña manifestó que "los gestores de la empresa trabajan para sus dueños, ,que son los accionistas, unos 250.000- de forma que sus intereses sean protegidos en la medida de lo que sea posible". Sobre los obligacionistas, que superan el número de 300.000, dijo que "podrían producirse aplazamientos de pagos en los intereses y las devoluciones". Los intereses de los obligacionistas", añadió, "quedarán suficientemente protegidos". Indicó que "si no se encuentra la colaboración de todos, todo va a seguir peor".

Por otra parte, Luis Magaña advirtió que la empresa eléctrica no podía tener el complejo de perseguida y tenía que hacerse cargo de su situación. Insistió en que había que hacer lo posible para recuperar la empresa porque "sencillamente no se puede dejar caer".

Sobre las críticas a la mala gestión de FECSA formuladas por el ministro de Industria, Luis Carlos Croissier, contestó que no podía interpretar estas manifestaciones, pero dijo que "si el ministro piensa así, sus razones tendrá".

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