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Una falsa carta reaviva la polémica sobre Waldheim y su continuidad en la presidencia

La supuesta sugerencia del ministro de Asuntos Exteriores austriaco, Alois Mock, de que el jefe del Estado, Kurt Waldheim, dimita alegando motivos de salud causó ayer gran agitación política en Austria antes de revelarse como falsa. El diario israelí Jerusalem Post publicó ayer una supuesta carta de Mock a la primera ministra británica, Margaret Thatcher, en la que se planteaba la posibilidad de que Waldheim dimitiera para evitar mayores daños a la imagen internacional de Austria.

Esta imagen está deteriorada por el escándalo en torno al pasado nacional socialista del presidente de la República austriaca, elegido en junio pasado. "Parece aconsejable motivar al presidente Waldheim para que dimita de su cargo en 1987 alegando motivos de salud", señala el texto publicado.Nada más conocerse ayer en Austria la carta publicada en el Jerusalem Post, Mock, que además de ministro de Exteriores es vicecanciller federal, calificó de "pura mentira" el contenido de su supuesta carta a la jefa del Gobierno. británico. Posteriores investigaciones han determinado, según informaron ayer fuentes austríacas a EL PAÍS, que se trata de una obvia falsificación que le fue facilitada por desconocidos al diario israelí. La cabecera de la carta no es la utilizada por Mock y su firma es una copia de la aparecida en los folletos electorales de su partido.

[Un portavoz de Thatcher calificó ayer en Londres de "grotesca" la -información del Jerusalem Post. El portavoz, informa France-Presse, confirmó que Mock había enviado una carta a Thatcher en diciembre pasado, pero añadió que en ella "no se hacía ninguna referencia a Waldheim".] La reacción suscitada en Austria por esta carta falsa demuestra la susceptibilidad hacia el exterior creada tras los ataques contra Waldheim antes de su elección.

El rey Balduino de Bélgica, según el diario belga De Morgen, advirtió hace días que se negaría a patrocinar el festival Europalia, dedicado este otoño a Austria, si Waldheim aparecía como integrante del comité organizador. El jefe del Estado austriaco no ha hecho ningún viaje al exterior. Encerrado en el palacio Imperial de Viena, Waldheim se halla absolutamente marginado de la comunidad internacional.

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