Estudiantes del 2010
Los estudiantes de los ochenta han concluído la segunda parte de su actuación y anuncian que continuarán. La casi total participación de los estudiantes de la enseñanza pública se explica, más allá de reivindicaciones concretas, por un estado generalizado de necesidad que pone en peligro su supervivencia como ciudadanos con derecho a elegir lo que quieren hacer en la vida, en su vida.Se niegan a iniciar una andadura que parta de una frustración impuesta, una desilusión en aras de unas prioridades no establecidas por ellos y que configuran un mundo del que se les nombra herederos. A los jóvenes les han dejado de impresionar esos cantos de sirena, halagadores -es decir, consoladores- de su ego, por los que se les erige en dueños de un futuro cuando menos sospechoso si sienten escamoteado su presente, cantos que, de cuando en cuando, y especialmente en épocas electorales, llegan a sus oídos, con el elogio a su madurez responsable.
Lo que los jóvenes quieren oír es la sirena de las fábricas en las que mostrar su saber (poder hacer) adquirido en las aulas y talleres de centros de formación profesional bien dotados, o el timbre de entrada a las aulas y laboratorios universitarios en los que convertirse en el ciudadano que han elegido ser. No reclaman sino aquello a lo que tienen derecho: que se racionalicen las trabas que les impiden cumplir en la vida el papel con el que desean representarla; se han cansado de llegar a ser ,cualquier cosa y luchan por su futuro( ... ).
Lo lamentable sería que en el año 2010 otros jóvenes les reprocharan a los actuales los mismos o parecidos defectos: ya se sabe que el tiempo de la utopía es limitado, pero, mientras haya jóvenes, los que ya no lo sean tendrán que ganarse el derecho a dormir tranquilos.- Profesor de Filosofía.
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