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Crítica:'CLASE MEDIA'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Los males de la patria

Vicente Molina Foix

La canción de los largos, larguísimos, títulos de crédito de Clase media tiene una letra cuajada de mensajes; más parece un manifiesto que un acompañamiento. Entre otras andanadas, la bella voz de María Dolores Pradera, que lucha por salvar tan ardua copla, ha de entonar lo siguiente: "Convénceme, gente corriente, de que el caciquismo es honor".Aunque no se aclara en los títulos, todo hace suponer que esa letra, henchida de intenciones y puesta en musica por el maestro Parera Fons, ha sido escrita por los guionistas de esta nueva serie de los lunes; letra y guión comparten el carácter ampuloso, discursivo, rígido y pasado de rosca que Clase media, a la vista de sus dos primeras entregas, presenta.

Los guionistas José María Rincón y Vicente Amadeo, este último realizador de la serie, quieren bordar un florilegio de los tradicionales males no de una, sino de las dos Españas: caciquismo, abuso religioso, intransigencia, puritanismo, señoritismo, machismo. Y para compendiar tan vasto programa de denuncia han elegido una época de efervescencia histórica, los primeros años del reinado de Alfonso XIII, Y un marco contrapuesto: dos familias de arquetipos; los unos, los Requejo, carlistas humildes y personas de orden, pero con el estrambote de una oveja negra (este papel de joven rijoso lo desempeña Antonio Resines; hace tiempo que no veía embolado tan duro para un actor, que ni el buen profesional que es Resines logra sacar adelante); los otros, los ricos hacendados del pueblo, perversos, ambiciosos, vengativos, dominados por un vástago de refinada saña (el actor Ángel Alcázar, cuya dicción resulta, en el 80% de sus intervenciones, ininteligible).

Nivel mediocre

Y ya que se ha mencionado el nombre de dos actores, hay que decir que, pese al relumbrón de un reparto de campanillas, el nivel interpretativo de Clase media es mediocre. El actor, por suerte o por desdicha, no es la marioneta inconsciente y alada que: envidiaba Kleist: tiene alma. Y todo ser de espíritu choca con un límite en las cosas que puede y no puede hacer; por ejemplo, lo que Javier Elorriaga respondía en una escena del primer capítulo: "Son irracionales, como caciques que son". Con decir que el direc tor ha conseguido, en una inverosímil operación de alquimia, que Charo López esté fea.Yo no sé si Clase media logrará en los episodios restantes dar en el blanco de las lacras de nuestro país y sacar conclusiones de provecho. Tiene seis horas de tiempo y más de 100 millones de crédito. Pero sí me atrevo a afirmar que la sustancia literaria y el esqueleto formal de la serie reflejan exactamente los males de esa patria menor, deprimida y anclada en el pasado que son los espacios dramáticos de TVE. El acartonamiento de los conjuntos, los feos decorados de estudio, la torpeza de movimientos en interiores, el maquillaje a granel, vuelven a aparecer, marcando Clase media con ese estigma rancio que tan difícil resulta de erradicar de Prado del Rey.

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