Lineker ganó al Madrid en un choque apasionante
El Barcelona, con tres goles de Gary Lineker, derrotó anoche al Real Madrid en un partido apasionante en el que todos sus protagonistas justificaron sobradamente por qué son los grandes favoritos de este campeonato. Jugaron con más corazón que habilidad, con más entusiasmo que técnica, con más ansias que cerebro, con más fuerza que otra cosa, pero hicieron disfrutar a millones de telespectadores.
Unos, los de casa, pensaron haberlo hecho todo en los primeros 48 minutos de partido, cuando adquirieron una ventaja que creyeron suficiente (3-0). Otros, los visitantes, fueron incluso tan valientes que escogieron la portería de los Boixos Nois pese a ganar el sorteo. El Barça fue dueño y señor de los primeros 48 minutos, pero la profesionalidad del Madrid hizo que los 120.000 espectadores vivieran toda la segunda parte con las rodillas flexionadas y sin utilizar el asiento.
Puede que Leo Beenhakker se esté arrepintiendo todavía en estos momentos de haber ordenado que su gran capitán, José Antonio Camacho, se encargara del marcaje del goleador inglés Gary Lineker. Pasados cuatro minutos, el mundialista azulgrana había colocado ya el 2-0 en el marcador y, en principio, asestado un golpe mortal al Real Madrid. Fueron errores defensivos, en los que Camacho llevó la peor parte. Lineker, que, como dirían en Nicaragua, "se pasa el partido aplanando la cancha", es decir, paseando por el campo, permitió, con su gran oportunismo, que el Barcelona afrontara la última parte del partido con una ventaja lo suficientemente amplia como para no esperar sorpresas.
El Real Madrid jugó los peores 45 minutos de la era Beenhakker. Desconcertado por los goles relámpagos de Lineker, el conjunto blanco vivió minutos de agonía e incluso pudo retirarse al descanso con un resultado de escándalo, pues Camacho (m. 25) y Buyo (m. 35) abortaron dos sensacionales ocasiones de Marcos y Lineker. La presión azulgrana no sólo le impidió asentarse en el campo, sino que incluso neutralizó las pocas ideas que exhibían El Soso (Gallego) y El Agonías (Michel), los dos pensadores del Madrid.
Para reforzar el desconcierto, la cobertura blanca mostró una inseguridad poco usual y sus delanteros pretendían romper la defensa en línea del Barcelona con lanzamientos largos en vez de penetrar en triangulación. Fueron minutos maravillosos para el Camp Nou. El eterno rival estaba totalmente desarmado y el mejor pistolero vestía de azulgrana. Mientras los blancos se pensaban la jugada, los locales se plantaban con tres pases ante un descorazonado Buyo. El movimiento continuo de Marcos y Carrasco nublaba la vista de sus marcadores y nadie encontraba a faltar a Mark Hughes. Es más, el Barcelona jugó por los extremos, metiendo balones en la olla para que Llneker hiciera de las suyas. Venables había anunciado el cambio de táctica. Ausente el galés, utilizó el movimiento de sus teóricos extremos -Carrasco estuvo ahí sensacional- para desconcertar a la defensa madridista. El sistema dio resultado, pero el próximo domingo, en Sarriá, volverá a estar Hughes.
Lógicamente, logrado el 2-0, el Barcelona se dejó querer. El día en que los ilusionistas celebraban la festividad de su patrón (san Juan Bosco), el mago Lineker había devuelto la ilusión al Camp Nou en tan sólo 240 segundos y facilitado una táctica más cómoda para su equipo: ceder la iniciativa y contragolpear. La primera parte fue un juego de niños. Los barcelonistas aprovecharon el desconcierto, que no miedo, del Madrid para hacerse con el mando del partido y del marcador. Los blancos no crearon ni una sola situación de peligro y debieron retirarse al vestuario ante las risas del público, que se fue a por la copa de coñá tras comprobar que el rival pedía penalti en una caída poco afortunada de Gordillo (m. 43).
Y lo que son las cosas. Doce segundos después (m. 48) de que Zubizarreta neutralizara con un a salida a la desesperada la primera gran oportunidad blanca en una colada de El Buitre, el Madrid protagonizaba su vigésimo error en la defensa y, de nuevo, el ilusionista Lineker batía a Buyo. Con 3-0, alguno pensó en abandonar el campo al creer que ya lo había visto todo. Pero nada más lejos de la realidad. El Madrid, que ya había mostrado su valentía en la elección de portería, intentó demostrar que por algo es el campeón. Retrasó todavía más a Gallego y, haciendo de tripas corazón, se adueñó del campo azulgrana, aprovechando el bajón físico barcelonista, similar al que aseguran sufren los blanco.
Triangulando sabiamente, el Madrid fue metiendo el miedo en el cuerpo de los azulgrana y de todo el estadio. El equipo de Venables vio poco a poco reducida su diferencia y suerte tuvo de que, al final, el Madrid también acusase el frenético ritmo del partido. Cierto es que los blancos no tuvieron muchas más oportunidades, pero no sólo vendieren cara su derrota, sino que, quizás con algo de suerte, evitaron que fuera de escándalo. Pero perdieron y el Barcelona, su gran rival, les supera ya en tres puntos y, en su duelo personal, ha adquirido ventaja: empató en el Bernabéu y ha ganado en el Camp Nou. Claro que esto acaba de empezar.
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