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La campaña imposible de Johannes Rau

El candidato socialdemócrata no ve la hora de que pasen las elecciones del domingo en la RFA

Johannes Rau, candidato del partido socialdemócrata (SPD) a la cancillería de la República Federal de Alemania, tiene razones de peso para desear que concluya de una vez la campaña ante las elecciones generales del próximo domingo. No es agradable competir simulando, esperanzas de victoria que hace tiempo se perdieron, y Rau no tiene ya posibilidad alguna, según todos los sondeos, de conseguir una mayoría para arrebatar la cancillería al democristiano Helmut Kohl.Pese a su seguro fracaso en las urnas, el pundonor y la entrega estoica de que ha hecho gala le han granjeado al candidato socialdemócrata en esta campaña la simpatía y la solidaridad de la población, le vote o no. Rau ha demostrado ser un político popular, con simpatía natural, preocupación real por los problemas de la población y una abnegación en ocasiones, incomprensible ante el sinfín de zancadillas políticas de que ha sido víctima por parte de su propio partido.

En una campaña invernal gélida, con temperaturas rondando los 15 y 20 grados bajo cero, Rau ha recorrido la RFA con la ingrata empresa de pedir el voto de los alemanes para una mayoría, del SPD que desde hace meses se sabe imposible.

Su campaña se ha centrado en la reinstauración de una política social justa y solidaria en respuesta a la "ley del más fuerte" y al fomento del egoísmo que, según dice, practica la actual coalición de gobierno de CDU-CSU y liberales del FDP.

Rau ha recordado con insistencia que en la sociedad del bienestar que es la RFA hay más de dos millones de parados, 400.000 más que hace cuatro años, mientras los beneficios de la empresa privada y la banca alcanzan cotas insólitas. Rau ha advertido sobre los cada vez más claros indicios de que la tendencia al alza de la economía alemana se ha quebrado pese a los eufóricos balances de la propaganda de de mocristianos y liberales.

Nueva era de distensión

En política exterior, Rau ha defendido el establecimiento de una nueva era de distensión y cooperación con el Este, siempre desde la pertenencia de la RFA a la OTAN, frente a los llamamientos de la derecha de la CDUCSU a poner fin a la ostpolitik, a reivindicar territorios perdidos en la II Guerra Mundial y a presentar el nacionalsocialismo alemán como una anécdota más en el tren de la historia.El candidato socialdemócrata ha podido, gracias a su popularidad personal, paliar algo el catastrófico pronóstico que amenazaba con el peor resultado del SPD en la posguerra. Antes de Navidad, en Bonn se especulaba aún con que el SPD no conseguiría siquiera el 30% de los votos.

Ayer, los sondeos lo situaban entre el 35% y el 36%. Aun esto es insuficiente hasta para una hipotética coalición con el partido de los verdes, que Rau rechazó siempre y excluyó como condición para presentarse.

El candidato, actual presidente del Estado federado de Renania Westfalia, fue convencido a duras penas por la cúpula del partido, especialmente por Willy Brandt, para que se presentara. Por lealtad al partido, y pese a la oposición de su mujer, Rau, que cuenta con una cómoda mayoría absoluta para gobernar sin problemas en su Estado, se lanzó a una lucha por la cancillería en la que pronto vio que la lealtad no era recíproca.

Brandt, en contra

En el congreso de Nuremberg, en agosto, se elaboró un programa nuevo para lanzar una ofensiva socialdemócrata hacia los años noventa. Ésta no cuajó por varios motivos. Ya se había producido el primer traspié del SPD al no conseguir arrebatar el Gobierno de Baja Sajonia a los liberales en junio. Willy Brandt comenzó con una serie de manifestaciones cuyo único fin podía ser el debilitamiento del actual candidato. Al poco de lanzarse Rau por la mayoría absoluta, Brandt declaraba a un semanario alemán que para el candidato el 43% sería "un hermoso resultado".Después se producen las dos catástrofes electorales de Baviera y Hamburgo. La mayoría absoluta se hace imposible y en el SPD se abre la discusión, en plena campaña electoral, sobre una política de alianza con los verdes.

El pasado domingo, a una semana de los comicios, Brandt abre públicamente el debate sobre su sucesión en la presidencia del SPD y no oculta sus preferencias por Oskar Lafontaine o Gerhard Schroeder frente a Rau. Éste trata estos últimos días de la campaña de mostrar optimismo, y oculta su malestar con su ágil sentido del humor.

Mucho se especula en Bonn sobre si las intenciones de Brandt son o eran desde un principio la incineración política de Rau para dar paso en el SPD a una nueva generación más combativa y capaz de integrar al movimiento de los verdes en un nuevo SPD de izquierda de nuevo tipo, que Rau, socialdemócrata tradicional, no podría dirigir. Cierto es que Rau no es combativo y parece temer el conflicto, que sus necesidades de armonía difícilmente pueden competir con la ansiedad de poder, un poco zafia, del canciller Kohl.

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