La droga y la vida
Cuando el señor Savater escribe sobre la droga presenta la drogadicción como un modo de vida, elegido con el suficiente margen de libertad como para que pueda considerársele, efectivamente, una elección. Savater no lo dice así textualmente, pero fácilmente se desprende esta idea de párrafos suyos referidos al tema: "El derecho de hacer uno con su vida lo que quiera, incluido arriesgarla, disiparla o perderla, es una condición básica de la libertad democrática" (EL PAÍS, 3 de enero de 1987).Pues bien, yo le propongo al feliz filósofo de la felicidad que se monte la siguiente experiencia: abra las puertas de su corazón y de su casa a un drogadicto, el cual -para que la experiencia tenga toda la enjundia que merece- deberá ser avezado en la materia y con nivel cultural similar al suyo. Escúchele comentar las estadísticas que no le conceden más de 10 años de vida, de los cuales él ya ha consumido buena parte; viva día a día su querer y no poder dejar la droga; óigale de qué modo tan fútil, ignorante, gratuito e inútil se embarcó en el rollo; véale degradarse física y psíquicamente, perdiendo fuerzas y facultades y mintiendo de mil maneras para conseguir lo que ayer deseaba rechazar de por vida; obsérvele abrigarse o sudar ante la proximidad del mono..., y así un largo etcétera que usted mismo irá descubriendo.
Vivida la experiencia, usted no tendrá que cambiar sus opiniones acerca del papel del Estado ante el individuo o de las instituciones ante el drogadicto. Pero quizá afine más a la hora de hablar de la libertad para elegir formas de vida en esta sociedad en general, y sobre el derecho a autodestruirse en particular.
¿Sabe el señor Savater quién escribió las siguientes líneas?: "Éste es el mundo del horror. Si de verdad el amigo Rimbaud se hubiera pasado una temporada en el infierno, probablemente no habría salido con semejante grandioso perfume". No, el señor Savater no lo puede saber porque pertenecena un artículo inédito de un drogadicto de edad y nivel cultural semejante a él que una mañana una dosis le arrebató lo único que aún no le había arrebatado la droga: la vida.- Sacramento Martí.
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