Voz de los minusválidos
Me pregunto qué puedo escribir, qué puedo decir yo de Pepe Alba [secretario de la Coordinadora Estatal de Minusválidos Físicos fallecido el 19 de diciembre] que no sepa ya la gente de dentro y fuera del sector de minusválidos, aquellos que han tenido la ocasión de tratarle o conocerle por meras referencias. Por mi vínculo a él me gustaría decir algo diferente, pero precisamente por esa cercanía, por ese lazo tan estrecho, pueden faltarme las palabras, aun cuando en mi pensamiento fluyan los recuerdos, una lluvia de recuerdos que impregnan mi área de retención haciendo inolvidables las vivencias, como una huella indeleble.Tristemente, en esta vida la palabra imprescindible no es practicable, ni siquiera puede servir para asociar. Pero sí existe una que suele acoplarse en raras excepciones cuando a personas nos referimos: insustituible; sí, insustituible en su manera de ser, en su forma de trabajar, en su modo de vida, en su sentir, que le llevó a creer en cuanto se proponía, con un único convencimiento: el objetivo de alcanzar metas para, por y en el movimiento de minusválidos.
Su ilusión se volvió obsesión, y su ansiedad, egoísmo, hasta ignorar, anular y olvidar el compromiso personal, primero con él mismo y después con aquellos que de cerca, muy de cerca, o mejor, íntimamente, compartían su existencia.
¡Qué pocos comprendieron tu absorbencia, aun cuando ésta -y sabes que te la reproché más de una vez- incluso llegó a ser entre tú y yo el único punto de discordia. Porque tú la practicabas en función de obtener hechos y creías que siendo así ganabas también el único factor agobiante, cuando somos conscientes de que todo tiene un fin y, por tanto, la vida misma; ese factor era el tiempo. Seguramente habías llegado a la misma conclusión que yo: el tiempo, si no estamos alerta, se vuelve desconsiderado y despiadado porque se mueve cada vez más deprisa y hace estragos con todo lo que nosotros pensábamos dejar para mañana.
Eso hizo posiblemente que tu capacidad de rendimiento se volviera inagotable y nunca vieras el momento del descanso, de considerar las otras tantas oportunidades que la vida te brindaba para que siendo consciente de ellas pudieras disfrutarlas.
Sí, también ahora vuelvo a reprocharte lo que preferiste: crear ilusiones y transformarlas en realidad; tu mundo últimamente se limitó a la entrega sin límites a una causa, a una razón, a una necesidad y a un colectivo: el colectivo de minusválidos.-
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