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González, hombre del año

(...) Pero ahora tenemos que hacer cosas apasionantes, si se considera la perspectiva de 1992. En esa fecha tenemos que haber cumplido el tratado de adhesión, es decir, tenemos que haber adaptado España al Mercado Común. En esa misma fecha tenemos que haber contribuido a poner en marcha el mercado único europeo.(...) Hay que evitar a toda costa consagrar una economía dual en el espacio europeo, con unos países del Norte competitivos y con una buena estructura industrial, y unos países del Sur enfocados a la prestación de servicios y a la actividad del sector primario. Cuando el Acta europea evoca los progresos del mercado interior único reaccionamos positivamente, y lo digo porque creo que España tiene una vocación integrista en Europa. Pero veo un peligro: si esta integración del mercado se realizase ahora por una especie de operación química pura, los-mercados del Sur no resistirían a la competencia del Norte.Se ha hecho un gran esfuerzo con nuevos sistemas de contratación más flexibles -tres millones de contratos- y no basta. Creo que la clave del problema ya no figura en ese concepto del que se ha abusado: la flexibilidad. No es exacto que el derecho de despedir libremente genere empleos. (...) Europa tiene una red de relaciones sociales sobre las que se cimenta un concepto que nos gusta a todos, que apreciamos: la paz social. El país que lo abandona asume un riesgo de consecuencias imprevisibles.

3 de enero

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