Cuestión de olfato
Ha demostrado usted ser un periodista justo y juicioso al acoger en EL PAIS del día 26 de diciembre de 1986 la carta que le envía don José de Juan Tamayo, en la que expone sus motivaciones e inclinaciones de voto, mostrando llanamente cuál es la realidad (a los que saben leer y entender). Otros hubieran pensado que se trata de un caso aislado y nada representativo del común de los españolitos. De la carta se desprende, se quiera o no, que somos mayormente irreflexivos, infelices o brutos (elíjase el adjetivo que se quiera) y que la democracia es poco más que el espacio electoral de los telediarios. (Yo lo suponía, pero nunca antes lo había visto tan sincera y explícitamente expuesto por alguien.) Confieso que después de leerla me puse casi instintivamente a canturriar aquello de: "Así, así, así gana el... PSOE", y que pasé un buen rato imaginando el proceso que describe el señor De Juan Tamayo. Estas fueron, esquemáticamente, mis cavilaciones: a este señor le bailan en la cabeza los conceptos izquierda, derecha, centro, justicia, libertad, ruptura, cambio, etcétera -se nota que ve los telediarios-; le encanta "ese descorbatamiento ciertamente demagógico, pero simpático", de los chicos del PSOE -él lo comenta con los amiguetes en el bar-; se guía por su intuición -él vota (PSOE, claro)-; el PSOE se hace con el poder y con la tele -él se siente solidariamente bien (ha ganado), y el PSOE, cómodamente a gusto (ha sido muy respaldado)-; este señor revota (PSOE, claro). Pasé un rato fantástico. ¡Quién iba a pensar que un sincero madrileño iba a derribar con una patada en los cataplines a tanto preboste que alaba la madrez del pueblo! Si es que esto de la madurez civil es como aquello del valor militar: se le supone a cualquiera. Si usted, señor director, considera oportuno publicar esta carta, me gustaría decirle algo al señor De Juan Tamayo: gracias por su sinceridad, ¡es usted la democracia.?; per confiese, hombre: usted vota a la gente guapa porque es usted así de torero, ¡eal Si no pasa nada. Somos todos parecidos. Usted y yo, que somos pueblo, vayamos a poner un par de velas a la Virgen que usted quiera: una, por el eterno descanso del "apoyo popular al proyecto socialista", y otra, por el rápido "advenimiento de la madurez sobre nosotros todos". Luego echamos un trago y comentamos el último telediario. (Yo, si me lo permite, pondré otra velita por los míos -que gustan poco, no como los suyos, tan guapos, tan jóvenes, tan ágiles, tan listos; tan simpátivos, vaya-, a ver si los sacan bien por la tele.) ¡Si es que nos fijamos en unas cosas! Oiga, en confianza: conste que yo voto al PCE porque estoy perdidamente enamorado de Ana Belén. Si no, ¿de qué? Con lo feos que salen.- Antonio López.
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