Postfraga
Herrero de Miñón tiene con él a los colocados, a su familia y a los adivinos o gelstaltistas de la política. Un echador de cartas le ha dicho que este Gobierno no terminará la legislatura. Lo que pasa es que los memoriones de este periódico vienen coincidir con el exorcista Aceves (y esta coincidencia es o que más les acredita) en que los rediles y taifas hospicianos de Fraga van a pegar el salto cualitativo, como protones, hacía Adolfo Suárez, en rebaño, tal esas ovejas que cruzan la calle de Alcalá, vía pecuaria, en busca de mejores pastos. He aquí, pues, que al balzaquiano y socializado Suárez puede obligarle la Historia a volver a sus orígenes de derechas, que un hombre no es más que su circunstancia y al político lo hacen los electores (esto es democracia) y no a la inversa. Desde que don Manuel dejó lo que ya le había dejado (me llama María Antonia Dans y llorarnos telefónicamente la Santa Elena de su amigo y mi adorado verdugo), los videntes/invidentes están desatados presagiando el porvenir de la España, que lo que más les sale en el naipe, ya digo, como en la bola, es don Adolfo de Suárez. Martínez Pardo, Rappel (a cuya cita radiofónica no pude asistir por viaje), el marqués de Araciel y el citado Aceves han echado a correr toda una cohetería de signos por el cielo, que son las señales postfraga del milenio. Rappel, con su melenita rubia y rizada, de puntas vueltas, como un Quevedo blando o un Jovellanos travestí, es el que más me mola de todos: ¿estás de acuerdo, Pitita? Bueno, pues Rappel nos ha augurado una noche la subida del partido centrista (Suárez), con lo que también los mágicos empiezan a distanciarse de AP, tras su primera movida en torno de Herrero de Miñón. Se conoce que el firmamento dice otras cosas. Somos una democracia astronómica. Otra nombrada (más nombrada que votada) taifa de la derecha, la de Óscar Alzaga, prefiere los banqueros a los adivinos. Parece que la Banca y los cristianos se llevan bien, cosa nada nueva, por otra parte. A tío Óscar le han prometido 30 millones de financiación, lo cual tampoco es como para pillar un monazo político. Los banqueros es que nunca se pasan. Pero están jugando en la ruleta de barquillero del Retiro (ya no quedan) a ver si aciertan con el político que defienda su tema, y no acaba de tocarles la oblea. Ni los cuernos de Alzaga, ni las críticas, ni el desembarco de Roca, ni las pingaletas de Verstryrige, ni el ostiazo vasco (previsible), ni la empanada OTAN explican el postfraguismo, el autocese de Fraga. Esto sólo se explica por la asfixia pesetaria, por la ondulación reticente del dinero, de la Banca, respecto del tardofraguismo. Dice Larry Dossey (Kairós) que todo son ondulaciones en el universo. 0 sea, que la biosfera es hembra y un poco puta, y ahora se muestra más propicia a Suárez, tío compacto, que a Hache de Eme, sacristán de la catedral sumergida de la derecha. La Banca, sí, que es nuestra ecología, se ve resarcida y tonificada tras la puerta que se ha pegado don Manuel. La Banca cree más en los fácticos (Cuevas, Segurado, Ferrer Salat) que en los platónicos como Fraga. He asistido al estreno de la última película de Dibildos, que es un relato picaresco y actual sobre la economía sumergida, y que va de los tunos de rondalla a los maridos parados que cosen a máquina en casa. Se dice en los mentideros de El Espejo y las escalinatas de San Felipe que Miguel Herrero ha pedido plaza en una estudiantina para tocar la pandereta, que es muy marchoso, mientras que Fernández Albor se queda en casa de costurera. Rappel ha ungido a Suárez.
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