Apuros para las finanzas de los terroristas
Hace ya más de un año que ETA Militar pasa serios apuros económicos. Es un secreto a voces que apenas se disimula ya en los ambientes de refugiados del País Vasco francés. La presión policial francesa, materializada en sus inicios con acciones esporádicas y desarrollada últimamente de forma resuelta y sistemática aunque calculada, ha ido reduciendo paulatinamente el margen de maniobra del aparato de financiación de ETAm.Se acabó ya el sistema de citas cada cuarto de hora ante las ventanillas de cobro instaladas en determinados bares y en los días señalados y ya no se ve a industriales vascos esperando su turno en las calles de las capitales vasco-francesas. Se sigue recaudando el impuesto, pero ésta es ahora una operación más complicada que cada vez entraña un riesgo mayor.
Primero fue la detención de Carlos Ibarguren, el Nervios, el responsable del aparato de finanzas durante el período en el que ETAm poseía la hacienda más floreciente de su historia; después, las sucesivas caídas, y últimamente, Sokoa, el golpe más duro, que les ha dejado sin los 30 millones de pesetas reservados a los gastos corrientes y que ha puesto en manos policiales la documentación contable y el archivo de los forzados contribuyentes.
Es, pues, la presión francesa lo que ha impulsado a ETA Militar a secuestrar este año a cuatro industriales, cifra récord para esta organización, acostumbrada a recurrir sólo excepcionalmente a este tipo de acciones. Los resultados han sido más bien desalentadores: Juan Pedro Guzmán y Lucio Aguinagalde fueron liberados por los geo y la Ertzaintza, respectivamente, en operaciones que desembocaron en el desmantelamiento de buena parte de la infraestructura de Vizcaya y Álava.
Sólo el secuestro de José María Egaña se saldó con beneficios para ETAm. La organización terrorista se apoderó de un rescate estimado en unos 300 millones de pesetas y hasta ahora ha logrado mantener fuera del alcance de la policía el escondite en que retuvo al industrial guipuzcoano.
