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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Más que un garito

LOS AFICIONADOS al fútbol, con excepción de Cataluña y Galicia, se vieron privados ayer de contemplar por televisión el encuentro de la copa de la UEFA entre el Barcelona y el Bayer Uerdingen. La historia de las negociaciones entre Televisión Española (TVE) y la directiva del club que preside Josep Lluís Núñez -quien a la vez chalaneaba con la televisión autonómica catalana- merece figurar en una desgraciada antología de la picaresca. De pícaros ha sido, en efecto, la actitud de una directiva que por dos veces se vuelve atrás respecto a acuerdos ya ultimados, elevando primero la cotización del producto de 11 a 20 millones de pesetas, y finalmente a 40, para acabar vendiéndoselo a un tercero, por 45. Actitudes así pueden ser habituales en el tipo de relaciones comerciales que frecuenta personalmente el señor Núñez, pero son inaceptables entre personas e instituciones civilizadas. El Fútbol Club Barcelona es afectivamente considerado por muchos catalanes como un símbolo de identidad, y por lo mismo, su conducta pública ha de alejarse en todo momento de las pautas de comportamiento de que ha hecho gala en este caso.La pretensión de amparar el abuso en motivos patrióticos, introduciendo el factor lingüístico en el garito en que se desarrollaba la liza, produce sonrojo. De la reconstrucción de los sucesivos episodios de la negociación se desprende, en efecto, que primero fue el huevo, y luego, el fuero. La verdadera partida se estaba jugando en otro tapete, buscando subir la puja de TV-3 y haciendo desempeñar a TVE un papel similar al de la liebre en las carreras de galgos, La exigencia absurda de que la eventual retransmisión en diferido de TVE para el Principado no se realizase en lengua catalana -atribuyéndose el club unas competencias exageradas- parece más bien añagaza destinada a distraer al verdadero contrincante y hacerle soltar los 45 millones de pesetas.

Nada de esto sería tan irritante si el dinero en juego, tanto por parte de TVE como de TV-3, no proviniera, como proviene, de los bolsillos de los contribuyentes. Y el precio pagado por la televisión autonómica catalana es a todas luces abusivo si se compara con la oferta inicial a TVE (11 millones) o con las tarifas habituales en Europa para partidos de competiciones continentales. El encuentro ofrecido ayer por TVE, como patética compensación de su impericia al negociar con Núñez -el Glasgow Rangers-Borussia- costó 1.200.000 pesetas.

El acuerdo entre el Barcelona y TV-3 se inscribe en el marco del suscrito en 1983 entre dicha cadena y el club para cuatro años. Acuerdo que hizo comentar al entonces director general de la cadena catalana que el éxito consistía en "haber convertido a TV-3 en el principal portavoz del Barça". Tal euforia no fue compartida por una parte de los miembros del Consejo de Administración del Ente autonómico, quienes lamentaron que "por la incompetencia del representante de TV-3 se haya obligado a ésta a aceptar condiciones abusivas que pueden deteriorar su prestigio público".TV-3 es deficitaria en varios miles de millones de pesetas.

Resulta además escandaloso que dos cadenas públicas practiquen una política de competencia en lugar de buscar vías de cooperación que eviten la duplicidad de servicios y gastos abusivos. Hay que decir que la gestión del equipo ahora saliente de TVE no ha sido precisamente beneficiosa en este punto y se ha distinguido por su capacidad obstruccionista contra la televisión catalana. ¿Tan complicado es que TVE y TV-3 se pongan de acuerdo para compartir los gastos de una única retransmisión, con un único equipo técnico, difundida simultáneamente por ambas cadenas, la una en castellano y la otra en catalán, si se quiere? Esta pelea de gallitos que disparan con pólvora del rey sólo pone de relieve que la televisión pública en España sigue siendo un puerto de arrebatacapas, la gerencie un Gobierno autónomo o un Gobierno central. Estamos ante una historia en la que todo el mundo ha quedado mal y en la que el principal pagano es el ciudadano. El de Cataluña y el de fuera de ella. Esperamos, en cualquier caso, que el nuevo equipo directivo de TVE tome nota de lo sucedido y aplique en el futuro una política de retransmisiones deportivas menos basada en el chalaneo particular con los clubes y más acorde con los deseos de la audiencia.

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