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Juan Pablo II denuncia desde Nueva Zelanda el auge de la indiferencia religiosa

Juan Pablo II denuncio ayer con fuerza en WeIlington -capital de Nueva Zelanda, en donde los católicos suponen el 14% de la población y sólo la mitad de ellos son practicantes- la indiferencia religiosa y la pérdida de fervor entre los mismos cristianos. El Papa hizo esta manifestación en el discurso que pronunció ante la Conferencia Episcopal neozelandesa.

El papa Wojtyla continúa imperturbable, sin tomarse una hora de descanso, su maratón asiático, sin más problema que una pequeña inflamación en el labio superior, provocada por un proceso febril que sufrió en vísperas de iniciar el viaje.En Nueva Zelanda, el papa Wojtyla se ha sentido con mayor vigor, gracias a una temperatura casi invernal, tras los calores tropicales de los días pasados.

Por los numerosos informes que habían llegado sobre su mesa de trabajo antes del viaje, Juan Pablo II estaba al corriente de que en Nueva Zelanda la Iglesia está perdiendo terreno y que sus fieles están abandonando la práctica de los sacramentos.

De ahí que ayer, ante los obispos, denunciase que "el sentido de Dios está disminuyendo en amplios sectores de la sociedad", así como también el crecimiento de la "indiferencia, en la práctica, hacia los valores de la fe".

Decepción

Juan Pablo II dijo a los obispos que la sociedad secularizada tiene necesidad urgente de una "confrontación con el Evangelio de la salvación".Si la excesiva actividad de los obispos en los problemas sociales puede preocupar a veces al papa Wojtyla como, por ejemplo, en Estados Unidos o en Brasil, en Nueva Zelanda ocurre al contrario.

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En Nueva Zelanda, donde la Iglesia vive una crisis de crecimiento y los católicos son neta minoría, el Papa ha impulsado a los fieles a intervenir en todos los sectores de la sociedad, afirmando que "los valores morales y sociales no son algo indiferente para la comunidad civil". Al mismo tiempo, les recordó su "tremenda responsabilidad" en este momento histórico frente a la crisis que está viviendo el mundo católico, "ya que", afirmó, "no existirá paz verdadera sin reconciliación".

Si en su alocución -al cuerpo diplomático Juan Pablo II recordó que "la diversidad de los pueblos es fuente de paz", durante la misa celebrada en el campo de deportes de la capital neozelandesa el Papa citó entre los grandes obstáculos para la paz, junto con la indiferencia hacia los pobres, "la manipulación de la información".

Su mensaje ante el cuerpo diplomático ha creado una cierta desilusión en los ambientes cristianos más comprometidos por el hecho de que el papa Wojtyla aquí, en un país tan sensible a los problemas de la defensa de la naturaleza y favorable a la eliminación del poderío nuclear -precisamente los laboristas ganaron las elecciones con un programa fuertemente antinuclear-, no haya tocado este tema y se haya limitado a exponer un concepto de defensa de la paz en términos vagos y generales. Según se afirma en ambientes cercanos al Papa, éste ha mantenido esta actitud para no inmiscuirse en problemas de partidos.

Sobre la misma cuestión, ayer, el Papa, dirigiéndose a los fieles en la misa, tampoco abordó una problemática concreta, y expuso el concepto tradicional católico de que la verdadera paz empieza por "la paz interior".

Para muchos obsérvadores internacionales, a los cinco días del viaje más largo y extenuante del Papa polaco aún no aparece claramente la estrategia pastoral que le ha llevado a visitar países tan heterogéneos, y con tal rapidez que dificilmente puede servirle para sumergirse en realidades tan lejanas y complejas.

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