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Alianza Popular pierde a uno de sus hombres clave con el fallecimiento de Ruiz Gallardón

José María Ruiz Gallardón, de 59 años, vicepresidente de la Federación de Alianza Popular, falleció a las 9.30 de ayer, tras haber permanecido cinco días en coma después de sufrir un derrame cerebral. Al iniciarse ayer el Pleno del Congreso de los Diputados el presidente de la cámara, Félix Pons, dedicó un recuerdo elogioso para el parlamentario fallecido, quien fue, según opinión unánime de representantes de todos los grupos, "uno de los más activos miembros de las Cortes". Ruiz Gallardón estaba considerado como uno de los hombres clave de AP y uno de los máximos apoyos de Manuel Fraga en el partido.

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Monárquico y liberal

La desaparición de José María Ruiz Gallardón, que será enterrado a las once la mañana de hoy en el cementerio de la Almudena, de Madrid, supone "el fin de una época y un estilo en Alianza Popular", partido del que era una de las máximas figuras históricas, según comentaron dirigentes de esta formación conservadora; junto con el propio Manuel Fraga y Álvaro Lapuerta, Ruiz Gallardón era el único superviviente de los primeros tiempos de AP, fundada hace exactamente una década. Desde entonces, José María Ruiz Gallardón acompañó a Fraga en la travesía del desierto y posteriormente en los tiempos más felices, cuando, a partir de las elecciones de octubre de 1982, AP se convirtió en el principal partido de la oposición.Hace dos meses, su hijo Alberto se hizo cargo de la secretaría general de AP, en sustitución de Jorge Verstrynge, lo que se consideró "una muestra más" de la influencia de José María Ruiz Gallardón en el partido.

Con Ruiz Gallardón, Fraga pierde su más firme apoyo entre los dirigentes de AP: jamás se permitió discrepar públicamente del jefe, aunque eran obvias algunas diferencias políticas privadas. Por ejemplo, Ruiz Gallardón se mostró siempre -y así lo manifestó en varias ocasiones a nivel interno- contrario a la creación y mantenimiento de la Coalición Popular, prefiriendo, en cambio, el fortalecimiento de AP como "un gran partido conservador".

En los últimos meses los acontecimientos habían comenzado a darle la razón, y la opinión dominante entre los dirigentes aliancistas es la de que la coalición, tras el abandono de la misma del Partido Demócrata Popular (PDP) de Óscar Alzaga, no tiene justificación. Pero José María Ruiz Gallardón no vivió lo suficiente para ver cómo sus tesis se convierten en doctrina oficial.

Con las botas puestas

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Si AP pierde a una de sus más importantes figuras y Fraga a uno de sus más leales seguidores, el Grupo Parlamentario Popular ha perdido a quien, sin duda, fue el más dinámico y activo de sus componentes. "Murió con las botas puestas", comentó ayer, con lágrimas en los ojos, uno de sus colaboradores en el Congreso, recordando que el último ataque le sobrevino en el propio palacio de la Carrera de San Jerónimo, cuando se dirigía a intervenir, como portavoz popular, en la Comisión de Justicia e Interior, ante la que comparecía el ministro José Barrionuevo. Su escaño en el Parlamento será ocupado por la militante de AP Pilar Izquierdo, de 50 años, ama de casa, quien seguía a Ruiz Gallardón en la lista electoral por Zamora.A lo largo de dos legislaturas, Ruiz Gallardón se especializó en la persecución jurídica de algunos proyectos de ley gubernamentales, ejerciendo una oposición "inasequible al desaliento", según admitió un dirigente del grupo socialista. Incluso cuando perdió algunos de los recursos de inconstitucionalidad planteados en temas como la LODE, el Consejo del Poder Judicial o el aborto, continuó batallando contra lo que calificó como "despropósitos jurídicos" del Gobierno.

Pese a su tenacidad en el ejercicio de la oposición parlamentaria, Ruiz Gallardón pasaba por ser una de las figuras más conciliadoras y dialogantes de su grupo. Suposición, radicalmente enfrentada a los críticos surgidos en el seno de su partido, no le impidió mantener unas excelentes relaciones con ellos; en numerosas ocasiones pudo oírsele, por los pasillos del Congreso de los Diputados jactarse de ser "quien más amigos tiene en todos los grupos".

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