País raro
Dado que soy un pobre ciudadano de a pie que cada día entiende menos los asuntos de leyes y de la cosa pública, me dirijo a usted con la esperanza de que alguien más docto que yo me explique cómo es eso de que los golpistas, por un lado, y los etarras, por otro, una vez juzgados y condenados, pueden presentarse sin problemas a las elecciones, y, sin embargo, una señora que "se introdujo por la vagina un tallo de perejil" (véase EL PAÍS del 7 de noviembre, página 27) queda "suspendida de todo cargo público y derecho de sufragio". Qué país tan raro, ¿verdad?-
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