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Luis Ruiz

El hombre del tiempo del pueblo más lluvioso de España

Luis Ruiz tiene 70 años, y desde su infancia ya acompañaba a su padre a tomar las mediciones del pluviómetro de su pueblo. Ahora él es el responsable de los vetustos aparatos meteorológicos de Grazalema, un pueblo de 2.300 habitantes en la provincia de Cádiz, que cuenta con la peculiaridad de ser el más lluvioso de España. En esta localidad vive y trabaja el meteorólogo Luis Ruiz Dorao.

Choca que se a en Cádiz, y no en Galicia o Asturias, donde se encuentra el punto más lluvioso de este país. Que Grazalema recoja más litros por metro cuadrado que Santiago de Compostela tiene una explicación científica. Las borrascas atlánticas entran por el golfo de Cádiz, camino del valle del Guadalquivir; chocan con la sierra, las nubes ascienden, se enfrían y su agua se condensa, con el resultado de que inmediatamente descargan.Ruiz Dorao acude todas las mañanas a las nueve en punto a un viejo caserón junto a la plaza del pueblo, cuyo único habitante es un pequeño perro guardián. Allí, en el jardín de la casa están los aparatos de medición: un antiguo pluviómetro del Instituto de Meteorología y un más moderno pluviógrafo que pertenece a la Comisaría de Agua del Sur de Málaga.

"El primer aparato se colocó aquí en 1912", explica, "y fue mi padre el encargado de su mantenimiento. Él era muy aficionado a la meteorología, y cuándo murió fueron dos hermanas mías las que siguieron enviando los resultados a Sevilla. Yo soy el más pequeño y el último de la familia que queda y, por tanto el que se responsabiliza de las mediciones".

Con él terminará la saga familiar de los hombres del tiempo de Grazalema. Ruiz, que trabajaba en el Ayuntamiento como depositario, está jubilado y viudo y tiene dos hijos que viven en Málaga y que no se encargarán de seguir la tradición. Por las mañanas toma cuidadosamente las mediciones y cambia o repone algún rodillo del papel milimetrado del pluviógrafo.

Falta de medios

Luego, en la casa, sobre una mesa, pone los resultados parciales, porque muchos días tiene que ir hasta tres veces a vaciar el pluviómetro, que está desbordado de agua. "Me han prometido que me enviarán uno tropical", comenta, "pero todavía estoy esperándolo". Luego, en unos cuadernillos, pone el resultado definitivo, que semanal o mensualmente enviará a Sevilla.De un aparador de la habitación saca amorosamente los cuadernillos que tiene recopilados desde 1912, indicando siempre, lo que llovió o dejó de llover cada día desde entonces, y le gusta comentar las curiosidades: "La media siempre es superior a los 3.000 litros por metro cuadrado al año, aunque, por ejemplo, en 1963 tuvimos 4.385", dice, mientras va repasando los descoloridos estadillos:

"Él 1 de enero cayeron 167 litros por metro cuadrado; fue como si nos echaran cubos", añade. Y como cada día, allí sigue Luis Ruiz, con su paraguas, vaciando el pluviómetro que se le desborda una y otra vez mientras hace sumas de litros más litros. "La verdad es que antes a la gente le daba bastante igual, pero ahora tengo que llevar una chuleta con los resultados diarios, porque todo el mundo me pregunta por la calle cuánto está cayendo", comenta, mientras saca del bolsillo un papelito que indica los litros que han caído, hasta ese momento, durante el día.

Ruiz sonrie cuando recuerda cómo cómo su padre les comentaba que no dejaran nunca la meteorología, porque eso "algún día daría dinero", y piensa en las 30.000 pesetas anuales que le pagan por su trabajo. "El dinero no me importa", comenta, "lo que sí me gustaría es que se reconociera mi trabajo día a día, fiesta o no, durante años y años".

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