Impulsar el regadío de interior
Lo del embalse de Riaño viene de lejos. El proyecto ya fue identificado en 1907 en los planes de Rafael Gasset, que fue ministro de Agricultura y Fomento y tío del filósofo José Ortega y Gasset. En la II República, el ministro socialista de Obras Públicas, en base al plan elaborado por Lorenzo Pardo, planteó la necesidad de construir la presa.Después de 30 años de compás de espera, el Gobierno aprobó el proyecto en 1965. Las obras se iniciaron en 1966, se detuvieron en 1970, se reanudaron en 1971 y finalizaron en 1975. En la construcción se invirtieron 944 millones de pesetas, equivalentes -5 . 000 millones de hoy. Pero es tan pendientes obras de terminación por valor de más de 500 millones de pesetas en caminos de acceso a las galerías, revestimiento de un túnel, acondicionamiento de las laderas y obras de seguridad para auscultación y drenajes.
El muro de la presa tiene una altura de 99,5 metros y el espejo de agua del embalse abarcará 2.200 hectáreas. Aparte de Riaño y otros ocho pueblos, quedarán cubiertos tramos de las carreteras León-Santander, Palencia-Riaño y Riaño-Colunga. Las variantes de sustitución tienen una longitud de 33 kilómetros de asfalto, que costarán 2.260 millones. Otros 1.000 millones costará el viaducto de 850 metros que sobrevolará lo que hoy es el pueblo de Riaño.
La primera expropiación se produjo en 1968, aunque el grueso se concentró en 1972 y 1973. Los recursos a los tribunales de los vecinos afectados, disconformes con el monto de las indemnizaciones, han paralizado casi 10 años el embalse y generado tensiones en la zona. En total se han pagado, según Obras Públicas, 3.394 millones de pesetas, que actualizadas a 1986 se elevarían a 12.000 millones. Aunque, sin duda, la tardanza en poner en marcha este proyecto ha contribuido a encrespar una polémica cuyo desenlace parece inminente.
Aunque el destino primordial de este agua acaparada en el alto Esla es el regadío, Endesa tiene adjudicada la explotación de dos futuros saltos para producir electricidad , La Remolina y El Aleje, de 76 y 32 megavatios de potencia, respectivamente. El embalse comenzará a llenarse, como pronto, en octubre de 1987, y tardará un año en acumular su capacidad total de 664 millones de metros cúbicos.
La garantía de agua regulada es de 580 millones de metros cúbicos, que irá destinada a transformar en regadío 65.000 hectáreas del sureste de León y las zonas colindantes del norte de Valladolid y Zamora. El agua del Esla se unirá así a los sistemas de los ríos Porma, Bernesga y Valderaduey, en una red de canalizaciones aún por completar que forma un triángulo imperfecto de 83.000 hectáreas cuyos ejes son las poblaciones de León, Sahagún y Benavente.
Potencia hidrográrica
León es la segunda provincia en potencial hidrográfico, detrás de Teruel, y el regadío ayudará a potenciar sus producciones de lúpulo, cereales, pienso y remolacha, legumbres, frutas y hortalizas. Se trata también de corregir en beneficio de la zona esa occidentalización de los afluentes del río Duero, esa inclinación de sus vertientes hacia tierras de Portugal.
Los ministerios de Agricultura y Obras Públicas coinciden en destacar que este nuevo embalse se enmarca en la política de potenciar el regadío de interior como alternativa a la de favorecer al litoral. Riaño se une así a los proyectos de mejora de Los Monegros (Aragón), Urgel (Lérida) La Sagra-Torrijos (Toledo), Riegos Bajos del Guadiana (Cáceres y Badajoz), Riegos de Albacete-Cuenca, Bajo Guadalquivir y el también leonés de Omaña, cuyas obras saldrán a licitación en breve. Un ambicioso proyecto, no exento de problemas, cuya finalización total habrá de esperar hasta bastante más allá de 1990, que convertirá en regables medio millón de hectáreas con un coste superior a 300.000 millones de pesetas.
"Un embalse", dice Juan Rodríguez de la Rúa, el director general de Obras Hidráulicas, "es una cirugía traumática del paisaje, pero que genera beneficio". Es también "una pieza imprescindible" para luchar contra esa trinidad que asfixia nuestra agricultura, integrada por la geografía atormentada, el bajo desarrollo tecnológico y el clima seco de España.
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