Claudi Arimany
Un concertista español al que se le abren las puertas del éxito en la República Federal de Alemania
Ha cosechado elogios de grandes intérpretes actuales, como Jean Pierre Rampal o Gyorgy Sebök, pero Claudi Arimany, un concertista catalán que ha recuperado, tras largos meses de investigación, textos inéditos de alumnos de Bach, no se duerme sobre las palabras. Ha grabado hace pocos días su primer disco en la República Federal de Alemania (RFA), con cuatro sonatas para flauta y continuo bajo el título de Música virtuosística para flauta de los alumnos de Juan Sebastián Bach.
Nacido en Granollers hace 30 años, Claudi Arimany comprendió hacia 1980 que en la vida hay que tomar decisiones, y por ello abandonó sus estudios empresariales -tres años en ESADE, de los que le ha quedado una innegable mentalidad pragmática- para consagrarse profesionalmente a la música.Los cursos de verano en Niza y Ernen (Suiza) le abrieron las puertas de los Pirineos, obteniendo en 1982, por unanimidad del jurado, el primer premio en el concurso de las clases superiores de los conservatorios municipales de París. A partir de ese momento se inició su actividad concertística.
El disco que la casa Motette de Wiesbaden acaba de sacar representa para Claudi Arimany la culminación de sus esfuerzos para abrirse paso en la jungla de la interpretación: "Propuse a la casa discográfica que grabáramos las sonatas para flauta y clave de Bach, pero naturalmente el proyecto fue rechazado. ¿Cómo hubiera podido competir yo con los nombres consagrados que ya tienen editada esta obra?", se pregunta. Las circunstancias aconsejaban, pues, seguir otro camino, si no tan directo, sí mucho más efectivo: el de adorar al santo por la peana. "Descartado Bach, Alexander Schmoller (violonchelo), Michael Grüber (clavicémbalo) y yo decidimos grabar música producida en el entorno de Bach. En un principio pensamos en un repertorio que incluyera únicamente obras de sus hijos, pero finalmente nos inclinamos por ampliar el círculo a sus discípulos".
Entonces empezó sin duda la parte más emocionante del trabajo. Claudi Arimany y sus colegas empezaron a bucear en las bibliotecas alemanas con una larga lista de nombres entresacados de las biografías bachianas: "No sabíamos qué encontraríamos exactamente, pero estábamos seguros de que material no nos faltaría, pues la flauta fue un instrumento muy de moda durante todo el siglo XVIII".
Rescataron del olvido más de 40 partituras y finalmente seleccionaron para el disco las cuatro que consideraron mejores. Todas pertenecen a autores vinculados al ambiente bachiano: Johannn Philipp Kirnberger (1721-1783) vivió mucho tiempo con la familia del compositor, del que más tarde sería yerno; Carl Friederich Abel (1723-1787) era hijo de un íntimo amigo de Bach; Johann Gottfried Müthel (1728-1788), por su parte, fue acogido por la familia y, según parece, fue la última persona que asistió a Bach en el momento de su muerte; finalmente, Carl Philipp Emmanuel Bach (1714-1788), ya más conocido, se convirtió en el representante de la familia, una vez fallecido su padre.
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