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Chirac subraya el clima de solidaridad y confianza entre España y Francia

Lluís Bassets

El viaje de Jacques Chirac el próximo jueves a Madrid, donde será recibido por el Rey y se reunirá con el presidente del Gobierno, Felipe González, pretende ser la culminación del proceso emprendido por el Gobierno conservador francés y por el socialista español de eliminación de los últimos obstáculos e incomprensiones existentes en lal relaciones entre ambos países. Así lo declaró ayer el primer ministro francés, quien subrayó el clima de solidaridad y confianza existente en estos momentos entre ambos países.

"Lo que nos une debe ser considerado como realmente esencial, y lo que nos separa, como accesorio", aseguró el primer ministro francés en una conferencia de prensa celebrada ayer en el hotel Matignon (sede del jefe del Gobierno). Felipe González y Jacques Chirac tuvieron ocasión de encontrarse el pasado 27 de junio con motivo de la cumbre de La Haya, y allí acordaron un calendario de contactos bilaterales destinado a mejorar las relaciones cuya culminación sería el encuentro de Madrid". "Me di cuenta", dijo ayer Chirac, "que teníamos el mismo lenguaje, la misma aproximación a los problemas y la misma voluntad de resolverlos". Y prosiguió: "Hemos resuelto la parte más emocional del contencioso. De una parte, todos los problemas vinculados a la prevención del terrorismo y a la solidaridad que la democracia francesa debe guardar con otra democracia que pertenece a la Comunidad Europea, y de otra, el problema de los países terceros mediterráneos".El partido de Jacques Chirac, antes de alcanzar el Gobierno, manifestó su oposición a las condiciones de ampliación de la CE, y todavía en la campaña para las elecciones del pasado 16 de marzo reivindicó la necesidad de una revisión del tratado. Una vez en el Gobierno, Chirac cambió de posicion y se decidió por no impugnar el texto de adhesión de España, para centrar su acción en la interpretación del tratado y en la discusión sobre las condiciones de culminación de la fase de transición fijada para 1991.

Pero las reticencias de Chirac ante la presencia española en la CE parecen no haber desaparecido totalmente: "España ha entrado en el Mercado Común. Cabe interrogarse sobre las condiciones en que se ha realizado la ampliación de la CE. Esto es un hecho, y la política debe ser dirigida con realismo".

"España entra, pues, en Europa, y esto es un motivo suplementario para el reforzamiento de nuestras relaciones. Pero cuando se acordó la adhesión no se resolvieron los auténticos problemas, sino que se aplazaron hasta el término del período de tansición 1986-1991. Éste no es el método, pues hay que resolver, los- problemas cuando se plantean, en vez de aplazarlos", añadió.

El primer ministro francés hizo especial mención a la "cuestión de los precios del aceite de oliva, que es un auténtico problema para la CE y que es una bomba para el sistema financiero de la Comunidad".

Citó problemas agrícolas en general y las dificultades de la política de materias grasas en particular. A pesar de las reticencias, manifestó su optimismo prácticamente en todos los terrenos, especialmente en el agrícola".

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En cuanto a las relaciones internacionales, el primer ministro francés puso especial énfasis en la convergencia entre ambos países en sus posiciones, como referencia a la cumbre de Reikiavik, a la Alianza Atlántica, a las relaciones con los países árabes y a la política mediterránea.

El portavoz de Chirac, Denis Baudouin, en la misma conferencia de prensa, subrayó el paralelismo entre las situaciones de Francia y España con la Alianza Atlántica, al no ser "miembros de la organización integrada".

A preguntas de los periodistas, Chirac se negó a comentar la situación de Ceuta y Melilla, fue optimista sobre la posibilidad de llegar a una posición común con los países europeos sobre la suptura de relaciones entre Siria y el Reino Unido y no se definió sobre el conflicto del Sáhara, aunque apostilló que no se trata de "un problema franco-español, sino argelino-marroquí".

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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