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La 'tregua de Dios' no acallara las armas en las guerras mayores

Juan Arias

Más de 150 representantes de las 12 principales religiones del mundo se reunirán hoy en Asís para participar en una jornada ecuménica de oración por la paz, convocada por el papa Juan Pablo II, que pidió igualmente para este día una tregua en todas las guerras del planeta y la interrupción de acciones terroristas. Aunque numerosos Gobiernos y formaciones guerrilleras han contestado afirmativamente a esta tregua de Dios, quedarán fuera de ella los principales conflictos bélicos, como el del golfo Pérsico o el de Camboya.

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Los rechazos y los silencios

La atención estuvo centrada, en un primer momento, en las presencias y ausencias de los diversos dirigentes religiosos, cristianos y no cristianos, tras el llamamiento del papa Wojtyla.Pero desde que Juan Pablo II pidió el pasado día 4 desde Lyón una tregua en todas las guerras, a todos los ejércitos, guerrillas y movimientos terroristas del mundo, la atención se dirigió hacia las zonas donde hay conflictos armados, para saber si la petición del Papa de esa tregua de Dios es seguida o es desoída.

La iniciativa del Papa en la que pedía la tregua fue tomada autónomamente por él, sin consultar no sólo a los otros líderes religiosos que acudirán hoy a Asís, sino ni siquiera a la propia diplomacia vaticana. Sólo después de haber hecho público su deseo de que se observe en el mundo una tregua se puso en marcha la diplomacia vaticana. Por lo que se refiere a movimientos de guerrillas o terroristas como ETA o las Brigadas Rojas, el problema ha sido más peliagudo, y el Vaticano lo ha puesto en manos de los obispos locales.

En realidad, ni el propio Papa tiene, al parecer, grandes esperanzas de que su petición sea seguida al cien por cien, dada la dificultad del problema, pero lo importante, se decía aún ayer en el Vaticano, es "el gesto profético", que revela que la Iglesia católica no quiere limitarse a la oración únicamente.

El arzobispo Achille Silvestrini, responsable de los Asuntos Públicos de la Iglesia, una especie de ministro de Asuntos Exteriores del Vaticano, ha explicado en una conferencia (le prensa que la petición de esta tregua de Dios no supone un juicio por parte de la Santa Sede de los motivos que llevan a cada persona a empuñar un arma.

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Lo que el Papa ha pedido es que por un día se unan incluso los que han escogido los métodos de la lucha armada a los hombres religiosos, que prefieren utilizar la no violencia en la construcción de la paz. Y al mismo tiempo, afirman en el Vaticano, esto demuestra que el Papa, en definitiva, admite que incluso los que recurren a la violencia lo hacen porque piensan que es el modo mejor para resolver los problemas, pero que en el fondo tienen que estar convencidos de que el camino ideal para todos es el de la no violencia.

Si en un primer momento la jornada de oración de Asís tenía que haber sido estrictamente ecuménica, es decir, sin que ningún líder religioso apareciese como superior a los demás, en realidad ahora Juan Pablo II, con la petición de la tregua -un gesto indudablemente político-, se ha convertido en el protagonista de la jornada. Unos 40 jefes de Estado, entre ellos casi todos los de los países latinoamericanos, han expresado su adhesión al llamamiento.

Lo que no ha sido posible conseguir es que todos los líderes religiosos recen hoy juntos en Asís. Se ha temido que ello pudiese significar un cierto sincretismo, es decir, que pudiese ser interpretado como que todas las religiones son iguales, cuando en realidad el catolicismo sostiene que es él el que tiene el depósito de la verdadera revelación divina.

El papa Juan Pablo II ha afirmado que más importante que rezar juntos" es "juntarse para rezar", aunque después cada grupo religioso presente -cristianos, judíos, musulmanes, hindúes, religiones tradicionales africanas, sintoístas, sijs, budistas, etcétera- se reunirá separadamente para realizar sus liturgias en un lugar distinto de la Ciudad Santa.

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