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Meseta de Orcasitas, medio siglo para salir del fango

"Del barro al barrio. Meseta de Orcasitas (1940-1986)". Casi medio siglo de historia en cuatro palabras. Una frase lapidaria que expresa mejor que ninguna otra el largo camino entre el fango y el asfalto, entre la chabola y el pisito con que soñó el emigrante recién llegado a la gran ciudad. Es también el lema que encabeza las fiestas de este barrio del sur de Madrid, que dice por fin, adiós al barro gracias a la participación activa de los vecinos. Ellos eligieron hasta el color de las baldosas de sus nuevas casas.

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Cruzar el barrizal para llegar a la parada del autobús era casi como la travesía del desierto. Había que ir preparado. Con las botas de goma hasta las rodillas y con una bolsa. Y en la bolsa, los zapatos: si llegabas al trabajo con las botas llenas de barro sabían que venías de Orcasitas o de cualquier barrio de la periferia.En las chabolas, otro tanto. El único agua que llegaba caía directamente del cielo, después de filtrarse por el tejado. Porque ése era otro problema: sólo el 11% de las más de 1.500 familias de la Meseta tenía agua corriente y servicios en sus casas. En 24 metros cuadrados vivían hacinadas seis personas.

No son historias de antes de la guerra. Esto sucedía en 1973 Algo había llovido ya desde que se acuñara el famoso dicho: "Mientras el hombre sube a la Luna, en Orcasitas caigan en Iata". En ese mismo año, la Gerencia Municipal de Urbanismo elaboró un primer censo de los habitantes de la Meseta, 33 años después de que llegaran los primeros moradores al espacio comprendido entre las carreteras de Toledo y de Andalucía.

Con la década de los setenta brota la chispa. Se crea la Asociación de Vecinos Meseta de Orcasitas, todo un quiste democrático en el ocaso del franquismo. Encierros, asamibleas y manifestaciones son sus armas. La oposición de algunos propietarios a la expropiación y los incumplimientos del Ministerio de la Vivienda retrasan el realojamiento de las 3.000 familias que acogerá el nuevo barrio.

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En esta guerra de guerrillas contra los poderes públicos, los vecinos recuerdan perfectamente aquella batalla. Fue una victoria con todas las de la ley: el Tribunal Supremo estima que la memoria de un plan de ordenación, redactado por la Administración, es de cumplimiento obligatorio. A la gestase ha dedicado una plaza, la de la Memoria Vinculante.El camino está labrado: sólo falta la empalizada. "El Ministerio no sabe remodelar", admite el entonces ministro de Obras Públicas, Joaquín Garrigues. La solución queda en manos de los vecinos. Son ellos los que, en colaboración con los servicios técnicos de la asociación, redactan su propio plan de ordenación.

Una encuesta permite averiguar, entre otras cosas, que los vecinos quieren en sus casas "terraza y terrazo". Sobre una maqueta imaginaria discuten desde el tamaño de la cocina hasta las baldosas del cuarto de baño.

La Meseta de Orcasitas acoge también a familias de los barrios de Pradolongo, La Hormiguera, Agrícola del Oeste y Rancho de El Cordobés. En total, cerca de 12.500 personas distribuidas en unas 3.000 vistosas viviendas, de ladrillo claro, junto a espacios abiertos y zonas ajardinadas. El precio aproximado de cada vivienda es de 800.000 pesetas, amortizables en 35 años.

Pero el problema de la vivienda no lo es todo. La inseguridad ciudadana es ahora la máxima preocupación en un barrio con un desempleo que alcanza al 37% de la población activa y un fracaso escolar del 70%. No han faltado los intentos de formar piquetes, de, autodefensa ante la falta de protección policial.

Hay más asignaturas pen- dientes. Entre ellas, el parque de Pradolongo. El anteproyecto, elaborado por los mismos vecinos, preveía grandes superficies arboladas, un arroyo y un lago. El parque de los vecinos acabó en la papelera. Ahora lamentan que el proyecto municipal no se parece en nada al original, y que los terrenos del parque se han convertido en un vertedero.

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