'Tokio, mon amour'
He leído con gran interés y agrado el artículo titulado Tokio, mon amour, escrito por Rosa Cullel (EL PAÍS, 11 de octubre), ya que, en su con Í junto, es muy positivo y comunica al público español que el mercado japonés es un mercado dinámico e interesante y ofrece buenas oportunidades de negocios para los que se empeñan seriamente en ese esfuerzo. Lo he acogido como embajador de Japón que invierte gran parte de su tiempo en animar a los empresarios españoles a tomar mayor conciencia de nuestro mercado abierto y libre para pro ductos extranjeros.Verdaderamente, me siento muy orgulloso de andar siempre en busca. de contactos con aquellos empresarios españoles que sientan verdadero y serio interés en nuestro mercado y estén dispuestos a hacer los esfuerzos correspondientes con iniciativa e imaginación. Para este fin he realizado en mi mandato, hasta ahora de dos años, un considerable número, de viajes por varias regiones de este- país para sostener diálogos directos con hombres de negocios españoles. En uno de esos viajes, hace año y medio, establecí contacto en Orense con representantes de Galicia Moda, y luego tuve el placer de viajar a Japón junto con el propio señor Domínguez, acompañando al presidente del Gobierno en su viaje oficial, en septiembre del año pasado. A través de estos contactos no escuché de boca de ellos más que elogios y agradecimiento respecto de la cooperadora actitud de las autoridades japonesas para su proyecto de penetrar en el mercado japonés.
Me sorprendió, pues, encontrar en el citado artículo una súbita referencia, muy, fuera del contexto, al "fuerte proteccionismo existente en Japón". La palabra proteccionismo se emplea, a mi modo de entender, para denominar aquellos casos en que las autoridades competentes impiden la importación de productos extranjeros con el gravamen de altos impuestos arancelarios o con el establecimiento de contingentes restrictivos etcétera. Quizá también pueda emplearse el término para describir la existencia de la tendencia, entre los empresarios o legisladores nacionales, de instar a las autoridades a tomar tal actitud frente a productos extranjeros.
No creo que ni uno ni otro de estos casos sea aplicable a la experiencia en el Japón de Galicia Moda. En cualquier caso, la palabra proteccionismo no refleja ni remotamente la línea, fundamental de la actual política comercial de nuestro país.
He decidido escribirle esta carta por apreciar muy positivamente el citado artículo, escrito con buen gusto y gran objetividad, y por pensar que. sería una gran pena si el empleo desafortunado de una sola palabra, algo estereotipada, pudiera dañar en alguna medida el efecto positivo que este artículo, en su conjunto, ha producido sin duda al mejor entendimiento entre nuestros dos pueblos- Embajador de Japón en España. .
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