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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

¿A quién corresponde?

CON EL título de A la señoría que corresponda, el jefe del Estado Mayor, de la Guardia Civil, Andrés Cassinello, publicó ayer en el diario Abc de Madrid un artículo que, al margen de cualquier otro juicio, constituye una verdadera provocación. Sobre su contenido puede juzgar el lector, pues lo reproducimos íntegramente en esta misma página. Baste insistir en que el artículo aparece firmado no sólo con el nombre, sino también con el cargo de su autor. Tal como recordó ayer el diputado de Izquierda Unida Enrique Curiel, no cabe, a la hora de analizar el escrito, desvincular el desahogo más o menos literario de la persona de Andrés Cassinello de la responsabilidad política que éste ostenta.Para explicar lo que queremos decir: la Guardia Civil es un instituto armado de carácter militar con más de 60.000 hombres en armas, a la vez que dotado del servicio de inteligencia e información más desarrollado de este país. Su jefe de Estado Mayor no es un particular. Con arreglo a la ley debe ser militar profesional y es quien organiza y controla toda la información que recibe el cuerpo y quien realiza los informes técnicos sobre los que se basan las decisiones del director general. Forma parte, además, del equipo de expertos que asesora al ministro del Interior sobre la lucha antiterrorista. Por eso hay que sorprenderse de que el general Cassinello se exprese como lo hace cuando se refiere a periódicos, periodistas y partidos políticos y se dirija públicamente para ello a una señoría innominada. Son conocidas sus dependencias jerárquicas, a las que puede y debe enviar escritos y denuncias: director general de la Guardia Civil, ministro del Interior, ministro de Defensa, presidente de Gobierno. Que lo haga, además, en los términos en los que lo ha hecho ha de tenerse en cuenta a la hora de valorar la capacidad profesional de tan alto cargo. Cassinello es considerado en medios próximos al Gobierno, desde hace meses, sucesor in pectore de Sáenz de Santamaría como director general de la Guardia Civil, y se le tiene por uno de los cerebros más significados del equipo de colaboradores más próximos al ministro del Interior.

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A la señoría que corresponda

Las informaciones que dan pie al artículo del general hacían referencia a la celebración de una conferencia de prensa del clandestino sindicato de la Guardia Civil. La primera reacción de las autoridades fue la de negar que tal sindicato existiera, pese a que posteriormente se produjeran detenciones de miembros de dicho instituto acusados de formar parte del citado sindicato. En aquella y posteriores apariciones públicas, los portavoces del mismo han hecho graves acusaciones contra Cassinello, relacionándole con los GAL, pero nunca han exhibido prueba alguna. Cassinello, como persona y como jefe del Estado Mayor de la Guardia Civil, tenía y tiene derecho a defenderse. Y los tribunales han de ampararle, aunque, a decir verdad, últimamente la Guardia Civil ha hecho más bien gala de su resistencia a los jueces. Pero en su artículo el general se ha limitado a verter comentarios despectivos para la profesión periodística en general y nuestros colegas del Grupo 16 en particular, insinuaciones contra el partido comunista, cáusticas glosas de una expresión de Javier Solana y un par de tacos.

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Al final, lo más notable es el mismo nombre del artículo: "A la señoría que corresponda". Señoría en este país es el tratamiento que se otorga a los magistrados en ejercicio y a los diputados. ¿Estamos ante un nuevo desafío a los jueces o es un nuevo desafío al Parlamento? Sea como sea, muchos ciudadanos tienen derecho a sentir como una amenaza el artículo del general Cassinello. El Gobierno y su presidente tienen la obligación de explicar qué sucede en la Guardia Civil, y de desautorizar -destituyéndole- o amparar -manteniéndole- las opiniones de este militar. Pero si permanece en su cargo, por mor del principio de autoridad, tan querido por el presidente González, entonces habrá que convenir que la amenaza viene del propio Gobierno.

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