El 'speed' de Desperados
Indudablemente, Desperados es una banda con speed, un sexteto adrenalínico que, de principio a fin de sus conciertos, mete el turbo y no para, con media docena de baladas como único descanso Además, el nuevo batería es de los que tocan siempre hacia adelante y su mano derecha da el punto de referencia para no desfallecer.El grupo madrileño comenzó con algunos problemas de sonido, que no desaparecieron a lo largo del concierto. No suelen tener demasiada suerte en este aspecto. Sifren habitualmente este problema, que influye negativamente en su música. Pero a partir de su magnífica versión de un clásico como Gimme some lovin -de Spencer Davis Group (1965)- todo, excepto el sonido, fue hacia arriba. Desperados alternó canciones propias ya grabadas en su primer elepé con algunas nuevas composiciones como La llave maestra y versiones de Waiting for a name, La calle, Louie Louie o Amor amargo, pertenecientes a gente tan variopinta como Velvet Underground, Lone Star y Kingsmen.
Concierto de Desperados
Fernando (voz), Guillermo (guitarra y coros), Rafa (guitarra y coros), Amando (bajo y coros), Daniel (batería), Javier El Moro (saxo y armónica). Madrid. Sala Universal. 11 de octubre.
Este picotear de aquí y allá es otra de las características de Desperados que también se aprecia en las canciones del grupo. Tiene prisa por llegar, toca varios palos, practica la canción con estribillo y, en definitiva, es una banda para pasárselo bien. Quizás les falte ese algo inexplicable y definitivo, pero necesita muchas actuaciones para descargar energía y sedimentar. En este aspecto, el horno no está para bollos y es una pena porque Desperados cada día pisa mejor el escenario.
Cuando la guitarra de Guillermo suena, lo que no siempre ocurre, el grupo funciona con potencia y todos están arriba. La base rítmica, bajo y batería, es dura y precisa; la voz de Fernando alcanza sus mejores momentos cuando coincide con los del grupo, y las guitarras ponen al descubierto sus distintas inspiraciones o tendencias: la que llega del rock and roll -con los riffs de Guillermo- y la más sureña -del sur norteamericano- de Rafa. Si añadimos el saxo, y la armónica de Javier El Moro se redondea un buen grupo que gustó en una Sala Universal que escuchó los primeros villancicos de su historia cantados por un público que aguantó impasible largos minutos de corte de fluido eléctrico. Hasta que Desperados volvió a salir a escena para finalizar con cuatro propinas tras más de una hora de concierto.
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