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FÚTBOL/ PRIMERA DIVISIÓN

Al Mallorca le pesó San Mamés

Santiago Segurola

El peso de San Mamés, y no el buen oficio sobre el césped, dio la victoria al Athlétic de Bilbao. El Mallorca, invicto hasta ayerfueira de su carripo, tuvo la oportunidad de sacar provecho de la crisis del Atlétic, que, por lo visto, no cesa. El equipo isleño se lució en el centro del campo, montó bien el contraataque, mantuvo el control del balón y pudo marcar dos goles, pero la defensa acusó el síndrome de los que acuden acomplejados a la catedral.Marcó Amer en propia puerta -el Mallorca salió con tontera- y todo el mundo creyó veranear en Cestona. Alguien soplaba la trompetilla en la grada, otros escuchaban el carrusel, uno hablaba de Ayúcar, el debutante -"es sobrino de Mengano, el que trabaja en la sucursal de la Caja de Ahorros"- Desde el graderío se levantaba el murmullo de las noches tranquilas. Todos relajados y el Athlétic, más.

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El Spórting defendió bien su tempranera ventaja

Con displicencia y el nervio caído, el Athlétic organizó un juego tan cómodo como aburrido. ¿Suficiente para ganar a un equipo acomplejado? Pues no. A la media hora, el Mallorca lió una brillante jugada a tres bandas que cerró Orejuela con picardía. De repente, San Mamés volvió a la realidad de una temporada insulsa.

Comenzaron los silbidos y todo fue objeto de crítica: las dificultades de Endika para manejar la pelota, la desgana de Sarabia o los zapatazos incontrolados de Liceranzu. Puestos a examinar, se tomó buena nota de Orejuela, uno de esos interiores dusos, macizos, casi cúbicos, que desloman a los rivales con un trabajo sin descanso.

Sólo el gol de Endika mitigó la rabieta del personal con su equipo. La ira se volvió entonces contra Hassan, que repasó los tobillos de los tres defensas del Athlétic-Liceranzu sólo está al alcance de Hughes-.

El público, más atento a las acciones del marroquí que al discurrir del partido, no se, percató de los bocetos que dibujó la zurda de Ayúcar, un interior de excelente visión panorárnica, que quizá se convierta en el cerebro largamente deseado por la afición bilbaína.

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