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Una mujer minuciosa

María Elisabeth Huerta, de 32 años, soltera, madrileña de Chamberí, era una juez desconocida hasta pocos días, antes de que el Gobierno ordenara a 90 guardias civiles desobedecer la citación que ella les había cursado para que comparecieran en rueda de reconocimiento ante Tomás Linaza, que, presuntamente, fue objeto de malos tratos durante su detención por la Guardia Civil en mayo de 1981.Huerta obtuvo su primera plaza en Granadilla de Abona (Tenerife) en 1983. Después de ejercer en el Juzgado de Icod de los Vinos, en la misma provincia, solicitó el traslado al País Vasco porque sentía deseos de conocer cómo era en realidad.

Los que la conocen en el ejercicio de su profesión la describen como una mujer minuciosa capaz de apasionarse en la tarea de esclarecer los casos que caen bajo su responsabilidad. De hecho, ha sido ella la que ha activa do otro sumario polémico, el relativo al asesinato de Santiago Brouard. Aunque la instrucción de este caso corresponde al Juzgado número 1, sus diligencias han corrido a cargo de la juez Huerta en alguno de los períodos en que aquél quedaba vacante.

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La juez Huerta ha iniciado en las últimas semanas una investigación sobre las responsabilidades que pudieran derivarse por la incomparecencia de los 90 guardias civiles y ha declarado secreto el sumario del caso Linaza durante un mes para facilitar el cumplimiento de las diligencias que se encuentran pen dientes, entre ellas una solicitud a la Guardia Civil para que amplíe información sobre los agentes que mantuvieron contacto con Linaza mientras permaneció detenido.

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