Cola de farmacia
Un miércoles fui a la clínica local para obtener una receta para una caja de Optalidón. Había terminado la hora de visita y me pidieron que volviera el viernes (pues el jueves no había visita). El viernes, de nueve a diez de la mañana, fui, me encontré con cinco señores delante en la cola y la empleada anunció que sólo le quedaban tres recetas disponibles. Quedé para el lunes.En los breves instantes que estuve en la mencionada farmacia oí varios comentarios de una de las dos empleadas: "Las personas que no son de este pueblo deberían venir con la receta hecha desde sus respectivas localidades. No traerlas beneficia a los demás médicos en perjuicio del nuestro".
Otro comentario: "Las recetas para pensionista, siempre llegan pocas. De las demás nunca faltan". Una respuesta a una señora que pedía aspirina Dolmen: "Señora, ¡sólo vale 130 pesetas. Cómprela.!".-
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