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Bryan O'Connor

Un cosmonauta que no tiene miedo de volver a volar en el transbordador

Bryan O'Connor es un piloto de las fuerzas aéreas de Estados Unidos que desde hace seis años es cosmonauta, con la función de pilotar los grandes transbordadores espaciales en sus viajes de ida y vuelta a la Tierra. Durante el paréntesis obligado en su trabajo habitual por la catástrofe del Challenger estuvo en Madrid para recoger, en nombre propio y de otros cosmonautas, tres galardones concedidos por la Federación Aeronáutica Internacional, que celebra estos días su conferencia general anual en la capital española.

Dos de estos galardones fueron concedidos a las -tripulaciones de sendos vuelos del transbordador durante 1985, en uno de los cuales O'Connor pilotó el Adantis en una fructífera misión que incluyó la puesta en órbita sin problemas de tres satélites, uno de ellos mexicano, la realización de experimentos de fabricación de sustancias, de interés farmacéutico en condiciones de microgravedad y dos paseos espaciales. El tercer galardón lo ha recogido O'Connor en nombre de la profesora Christa McAuliffé, que falleció junto a otros seis cosmonautas en el accidente del transbordador Challenger el pasado 28 de enero.Bryan O'Connor, que acaba de cumplir 40 años, tiene el aspecto de hombre sano y deportivo que se puede esperar de un experimentado cosmonauta. Sus respuestas a las preguntas se. acercan también mucho a lo tópico. Sin embargo, las consecuencias del accidente del Challenger se notan en sus manifiestaciones críticas acerca del estado interno de la agencia espacial norteamericana NASA antes del accidente.

Piensa que ser cosmonauta le gusta más que ser piloto militar. "Eres como un pionero" indica. "Si hubiera nacido en el siglo XV, me habría enrolado con Colón para descubrir América". Pero también afirma que la NASA se precipitó al considerar el transbordador como un vehículo operativo. "Debíamos haber considerado cada misión, aunque lleváramos a cabo funciones operativas, como de investigación y desarrrollo, porque el vehículo todavía no estaba a punto técnicamente". Le parece muy bien que el transbordador se dedique en el futuro exclusivamente a misiones de tipo científico y militar, porque para la defensa del mundo libre es muy importante la presencia en el espacio, y el transbordador es un medio barato de poner satélites militares en órbita".

No se queja de su suerte, que le ha dejado varado al menos dos años, después de un solo vuelo en el transbordador, y afirma que tiene mucho trabajo ayudando a los técnicos.

Los cosmonautas han sido asignados a tareas de ingeniería mientras esperan poder volver a volar a principios de 1988. Colaboran en el rediseño de varias partes del transbordador, explica O'Connor, porque ellos son los que van a tener que volar el aparato. Desde el accidente han dejado el cuerpo unos 10 cosmonautas, según su compañero porque no veían claro su futuro por la interrupción de los vuelos. En 1989, O'Connor termina su compromiso con la NASA y debe decidir si continúa o no. En caso de continuar, le gustaría participar a partir de 1993 en la construcción de la estación espacial.

Asegura este cosmonauta, nacido en California, que él y los demás tripulantes de las futuras misiones del transbordador las abordarán sin miedo: "Estamos seguros al 95% de las causas de la catástrofe y se habrá hecho todo lo posible por que no vuelva a ocurrir, aunque con una máquina nunca se puede estar seguro al ciento por ciento de que no fallará. Ésa es la naturaleza de las máquinas".

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