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Tribuna
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Lector

Parece evidente que la gente no lee muchos libros e incluso que se propone no leer más. Perfecto. La vida ha creado una atmósfera tan abundante de comunicación audiovisual que es coherente la amorosa adhesión a este consumo. Nada hay que parezca más natural que escuchar la radio, ver holgadamente el televisor y no ponerse a leer un libro. De otra parte, es difícil discutir que la elección sea desafortunada. En primer lugar, nadie puede negar que resulta confortable y, en todo caso, puesto que la mayoría de la gente se comporta así, resulta muy práctico para entablar una conversación y ampliar las amistades. De hecho, una importante razón para que algunas personas se sientan disuadidas de la lectura es la escasa oportunidad que encuentran para cambiar impresiones. La televisión y la radio proporcionan, sin embargo, un patio de chafardería continua.Pero hay otro horizonte de modernidad. Una elección todavía más nueva que la comunicación de masas y la fiesta de la aldea global. Obsérvese al tipo solitario que en la jungla anuncia el Camel Filter. No hay que dar muchas vueltas para entender que lo que este personaje exhibe es un aporte de seleccionada soledad. Podrá hacerse gran celebración de los mensajes televisivos usados y compartidos por millones de habitantes, pero, al fin, tanto personal asquea. Es grata la sencilla idea de la compañía, pero traspasado un grado, el acto de leer es una higiene contra la tufarada de la muchedumbre.

Se advierte una cierta dignificación de la indivualidad cuando alguien aparece leyendo un libro. Pero ¿sería posible sentirse diferenciado en una foto que nos muestre en actitud de televidentes? La práctica de la lectura tuvo el reclamo de la absoluta necesidad de información. Ya no es totalmente así. Hoy incluso se invoca por muchos educadores con requerimientos asociados a una rara virtud cívica o moral. No hace falta tanto. El asunto es ya una mera cuestión de gusto. Leer puede haber perdido función, pero ha ganado mucho en distinción. ¿Los televisores, las radios, las casetes? El objeto más selecto es. el libro y lo exquisitamente moderno es ser lector.

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