El ocaso de las grandes cadenas
La pugna por el control de la CBS revela la crisis que padece la televisión de EE UU
El vuelco en la dirección de la CBS, la primera cadena de televisión de Estados Unidos y del mundo, con el cese de su presidente y el reajuste del equipo ejecutivo, no sólo es una batalla interna por el poder dentro de la empresa, sino que pone de manifiesto la crisis de fondo que afecta a la industria de la televisión en ese país. Algo está cambiando. Compañías que parecían al margen de cualquier sacudida e inalcanzables por la marea de absorciones de Wall Street (la calle del mundo financiero) van perdiendo su independencia.
En el último año, dos de las tres grandes cadenas, ABC y NBC, han sido compradas por empresas ajenas al sector. El futuro de la CBS es, cuando menos, incierto. Los expertos creen que una época dorada de la televisión norteamericana, en la que cada año las cadenas eran más ricas, más grandes y más influyentes, está tocando a su fin.Las tres cadenas de televisión que cubren todo el territorio de Estados Unidos son uno de los elementos de uniformización más importantes del país, al que presentan una visión del mundo bastante elemental y alimentan con horas de entretenimiento, concursos y espectáculos de Hollywood. Pero, paradójicamente, esta América profunda a la que se dirigen está viendo menos televisión y cada vez utiliza más la pantalla como soporte para poner películas de vídeo. La audiencia se está volviendo más crítica, y si en 1974 ver televisión constituía la forma favorita de pasar las veladas para un 46% de norteamericanos, ahora sólo lo es para un 33%.
El mercado publicitario se encoge y las nuevas tecnologías propiciadas por el satélite han provocado una explosión de cadenas independientes, no sindicadas a ninguna de las tres grandes. La desregulación de la industria también ha contribuido a este fenómeno.
Fin del oligopolio
El oligopolio se viene abajo. El magnate de la prensa Rupert Murdoch, un australiano nacionalizado estadounidense y que entre otros periódicos posee el Times de Londres, ha comprado seis emisoras independientes de televisión en las principales ciudades del país y la productora de Hollywood 20th Century Fox; y baraja la aventura de: lanzar un cuarto canal nacional. Algo parecido pretende Ted Tumer con su Cable News Network, recibido por cable en el 40% de los hogares. A estos dos personajes les queda incluso pequeño el marco nacional y ya están desbordando sus compañías fuera de las fronteras de EE UU con el sueño de una televisión global.
Hace cinco años, el 85% de los norteamericanos conectaba con alguna de las tres grandes redes (ABC, CBS y NBC) todos los días; hoy este porcentaje ha descendido al 75% y continúa bajando. Ya no pueden aumentarse las tarifas de la publicidad un 10% cada año como se hacía hasta ahora. Los nuevos dueños de la NBC, la General Electric, y de ABC, Capital Cities Communications, han instaurado políticas de austeridad que están recortando las costosas producciones de Hollywood con las que las cadenas nacionales trataban de competir entre sí. La época de las vacas gordas ha concluido. Los nuevos jefes de la CBS se han apresurado a garantizar la independencia de la empresa y anuncian drásticas reducciones en el número de ejecutivos.
"La guerra civil" de la CBS, como la ha bautizado Newsweek en su última portada, concluyó el pasado miércoles tras un consejo de administración de 10 horas de duración, celebrado en la Roca Negra, nombre con el que se conoce a la sede central de la compañía en Manhattan, donde se cruza la Sexta Avenida con la Calle 53. Uno de los hombres más ricos de EE UU, el judío neoyorquino Laurence Tisch, 63 años, que ya poseía el 25%, de las acciones de la CBS, provocó el, cese del presidente Thomas Wyman. Para ello se alió con el, fundador de la CBS, William Paley, un activo anciano de 86 años que tiene el 8% de las acciones. La suerte de Wyman fue decidida cuando el consejo rechazó su última propuesta, una huida hacia adelante destinada a salvar su puesto: vender la CBS a la Coca-Cola. Curiosamente, fue Wyman quien el pasado año llevó a Tisch a la CBS, como un "inversor amistoso", para evitar una absorción no deseada.
El detonante de la crisis que ha reventado ahora lo puso en enero de 1985 el senador ultraconservador por Carolina del Norte Jesse Helms. Acusando a la CBS de tener un prejuicio liberal, inició una campaña para que ciudadanos ultraderechistas compraran acciones de la empresa, con la consigna "elija usted al jefe de Dan Rather" [el más importante presentador de la televisión norteamericana]. La operación no tuvo éxito, pero pronto Ted Turner, el rey de la televisión por cable, hizo una oferta de compra en la que prácticamente sólo ponía papel: obligaciones que afirmaba valían 5.400 millones de dólares (729.000 millones de pesetas). Tampoco prosperó.
La audaz operación de Tisch, que preside Loews -una empresa que entre otras actividades se dedica a la alimentación, tiene hoteles y una compañía de seguros y hace relojes-, ha acabado con el peligro de que la empresa fuera adquirida por una gran sociedad de fuera del sector. De momento, esta posibilidad parece alejada., ya que, según la legislación de Nueva York, con un 33% de las acciones Tisch y Paley podrían oponerse a cualquier intento de compra hostil. Sin embargo se desconoce cuáles son los objetivos de Tisch, que se ha convertido interinamente en presidente ejecutivo y que niega querer seguir aumentando su participación en CBS. Días antes de la batalla final se negó, sin embargo, a firmar a Wyman un papel garantizando que no subiría su participación por encima del 25%.
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