Los 'no alineados' supieron guardar el equilibrio entre sus tendencias
La maratoniana jornada final de la octava cumbre del Movimiento de los Países No Alineados, que terminó a las 4.30 de la madrugada de ayer, constituyó una demostración final de su fortaleza y a la vez de la efectividad de las normas no escritas que lo rigen para asegurar su independencia y el equilibrio entre sus tendencias.
La cumbre había entrado en su recta final hacia el mediodía del sábado, con todas las declaraciones redactadas y aprobadas y con una decisión consensuada acerca de las sedes para las siguientes conferencias, de cancilleres en 1988 y jefes de Estado o de Gobierno, en 1989.
La decisión consistía en comprobar la ausencia de consenso sobre la única candidatura para la reunión ministerial, Corea del Norte, y las dos que querían albergar la cumbre, Indonesia y Nicaragua, y dejaba la resolución en manos dé una conferencia ministerial que, antes de 1988, debía convocar el nuevo presidente de los no alineados, Robert Mugabe.
Pero, cuando ya se había fijado la hora de la clausura para las 15.30, hora peninsular española, el presidente cubano, Fidel Castro, de gran peso en la conferencia por ser el suyo uno de los 24 países fundadores del movimiento y por haberlo presidido desde 1979 a 1982, propuso que se aceptase la candidatura de Pyongyang, capital de Corea del Norte, para la reunión ministerial intercumbres, de gran valor, pues en ella se sientan las bases de las resoluciones para la cumbre siguiente.
Siete horas de debate
Pero Pyongyang fue descartada previamente para organizar la reunión intercumbres, porque al consultarse a las delegaciones, sólo 24 la apoyaron; 10, se opusieron y el resto se abstuvo, lo que impidió lograr un acuerdo. Tras siete horas de debate, se resolvió convocar una reunión ministerial en Pyongyang, sobre la cooperación Sur-Sur, para 1987.El Buró de Coordinación encomendó a Chipre que organice la interministerial de 1988. La sede de la cumbre de 1989 quedó sin designar por falta de consenso; se podrá negociar una tercera candidatura de aquí hasta 1988.
La explicación de las resoluciones tiene razón de ser en la filosofía del movimiento. Al ser un país del sector progresista, Zimbabue, sede de la presidencia, la realiza. ción de las siguientes reuniones en Corea del Norte y Nicaragua lo hubiese escorado demasiado hacia la izquierda y, por eso mismo, creado un peligro para su unidad.
Ese mismo cuidado de no escorarse hacia los extremos y de ir dando una de cal y otra de arena se manifestó en todas las acciones acordadas. Por ejemplo, la constitución de un fondo para financiar las actividades antiapartheid y apoyar a los países limítrofes con Suráfrica, considerada por Mugabe la más importante decisión de la cumbre, fue contrapesada con la designación de un comité gestor integrado en sumayoría por países ajenos al sector izquierdista, presidido por la India, con la vicepresidencia de Zaníbia e integrado además por Argentina, Perú, Zimbabue, Argelia, Nigeria, Argelia, Congo y Yugoslavia.
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