Escuchas telefónicas
No hace falta sentir simpatía hacia Garaikoetxea, ni contemplarlo como a víctima propiciatoria para que repugne y entristezca el modo de razonar de Xabier Aguirre, portavoz del PNV, respecto de las escuchas telefónicas, de que ha sido objeto el ex lendakari, según ha revelado Luis Solana, presidente de Telefónica.Siguiendo a Aguirre, resulta que lo normal es que nos espíen, y si lo denunciamos o protestamos los anormales seremos nosotros, pues se ve que tenemos "algo que ocultar", cosa que, según dice, a él no le ocurre, aunque bobaliconamente precisa "respecto de lo que es mi partido" (EL PAÍS, 24 de agosto); incluso admite sospechar que su propio teléfono y los de otros miembros de la ejecutiva del PNV están también pinchados (opinión que comparte su presidente, Arzalluz), y si es consecuente suponemos que no lo habrá denunciado.
Luego dice algo que, por la sesuda redundancia de la frase, nos daría risa si no fuera la torpe cortina de humo de una profunda abyección política y humana: que "el PNV no tiene medios ni operatividad para realizar tina operación de esta índole". Examinemos la índole de esa operación y los medios y operatividad necesarios. Capacitación: la de un mecánico de Telefónica o un estudiante de informática. Costo: casi cero; sólo un acicate, cinta aislante y alambre de cobre. Nada de micrófanos, antenas ni costosos gadgets. Ya se ha sabido públicamente que, en efecto, el puente instalado por los espías era una chapuza.
Ahora bien, si Aguirre puede decir impunemente -como lo está haciendo- que no descarta que todo sea un montaje para favorecer a Garaikoetxea (lo cual implicaría una indiscutible responsabilidad jurídica para éste y para Solana, por simulación de delito, figura recogida en el Código Penal), entonces tampoco tengo yo por qué descartar aquí la hipótesis de que el propio Aguirre está directamente pringado en las escuchas y que por eso las defiende con descaro y chulería mal reprimidos.-
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