Un Losey de acción
Un helicóptero enfurecido (y no va Rambo metido en él) persigue implacablemente a dos fugitivos por territorios hostiles, con todos los accidentes de la naturaleza. Van atados. El mayor de ellos, rudo como Charles Bronson y cruel casi como Erich von Stroheim, se llama MacConnachie y tiene cara de llamarse MacConnachie; el otro, joven e inexperto en el arte de hacer el camino a pie, pero animal infinitamente más racional que su compañero, se llama Ansell. Una noche logran desatarse en un pequeño poblado y aprovisionarse de comida, ropa y armas de fuego.De día no hay tregua: la libélula de hierro (así la hubieran denominado los apaches) sigue tenaz la caza y el ejército no se anda con miramientos. Más que una cuestión de ley, la de atrapar al hombre fugado, los hechos van asemejándose cada vez más a una partida de ajedrez con, peones de tamaño natural. A un reto deportivo. La caza del hombre, claro.
Caza humana se emite hoy a las 22
05 por TVE-1.
Hasta aquí, por lo que se ve, una película de acción, Caza humana, de mucha acción, ritmo febril y corazón compungido en el espectador. Los elementos técnicos y artísticos que la elaboran están fuera de toda duda, por lo que la obra no tiene mácula: Losey dirigiendo y el veterano Henri Alekan en la fotografía así lo demuestran. Pero el filme es algo más (alguien dirá que algo menos) que un filme de acción. Losey, un témpano, nunca se hubiera conformado con eso. Y dos cosas, básicamente, hay en Caza humana que la desvían de lo que su título promete. Una, el intento de Losey de llegar a la abstracción mediante un tratamiento formal, que nace ya en el título mismo de la película (Figuras dentro de un paisaje, originalmente) e intenta romper el sentido narrativo tradicional para constituirse en pulsión sensorial, en un juego de tú a tú con el espectador. Otra, la necesaria interpretación de lo que vemos: el símbolo, ese maldito monstruo que puede adaptarse a cualquier forma, humana, mineral, atmosférica..., y siempre tiene que decirnos algo. Aquí, Losey construye una alegoría y les da símbolos hasta a las cañas de azúcar: pretende pasar revista a temas tales como la libertad, el coraje, la amistad, la guerra, etcétera. Estudio, por supuesto, que pasa por los dos personajes centrales y únicos y donde Losey se hace Losey. Los caracteres se contrastan y casi se intercambian; un remake aéreo de El sirviente.
Necesariamente subjetiva e indicada, mayormente, para el cinéfilo conocedor de la obra de Losey, Caza humana inicia una nueva etapa en la filmografía de su autor: El mensajero, espléndida película, la sigue, gana premios y mucho aplauso; pero, después, muchos feligreses abandonarán la voz de su guía ante El asesinato de Trotsky. Si no, ante Chantaje contra una esposa (un lbsen que acostumbra a conocerle por Casa de muñecas), o ante Galileo, o ante El otro señor Klein, o ante Las rutas del Sur, o ante... Siempre hay un Losey feo en la vida de cada loseyano. Para el no loseyano, Caza humana será un Rambo sin sangre, sin músculos, con dos Stallones demasiado complicados (Robert Shaw, quien además firma el guión, y Malcon McDowell). Un Rambo brechtiano.
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