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Michael Gross

El primer nadador que rompió el dominio norteamericano

El alemán occidental Michael Gross, una de las figuras mundiales de la natación, acaba de cumplir 21 años. Parece hecho de encargo para la natación: 201 centímetros, 87 kilogramos, algo desgarbado y con una capacidad pulmonar de 7,3 litros que dobla la de cualquier persona normal. Se le conoce como Albatros, apodo que debe a la enorme envergadura de sus brazos (2,28 metros) cuando los despliega en la competición de mariposa y que le permiten hacer el largo de la piscina en 17 brazadas, en lugar de las 23 habituales. Es algo tímido y aunque estudia periodismo no le gusta hablar con la Prensa.

Gross es actualmente uno de los números uno de la natación mundial. Ostenta los récords mundiales de 200 y 400 libre, y 200 mariposa y su historial está salpicado con dos medallas olímpicas de oro y dos de plata en Los Ángeles 84, más dos títulos mundiales y un subcampeonato en Guayaquil -Ecuador- dos años antes. En total, quince oros, cinco platas y tres medallas de bronce conseguidas en competiciones internacionales de máximo rango.Su actuación en los mundiales es una de las más esperadas. En mariposa tendrá que vérselas especialmente, con el estadounidense Morales; en libre con Biondi, y con ambos en el relevo. Ha renunciado a nadar el medio fondo donde se hubiera enfrentado al actual campeón mundial, el soviético VIadimir Salnikov. "Lo he hecho porque mis compañeros del equipo alemán también tienen derecho a pelear por las medallas", señaló.

En su primera conferencia de prensa en España declaró que su rival en las piscinas es solamente el reloj. No nada contra otros, sino contra una marca. Con algo de soma comenta que por ello, "incluso puedo quedar octavo en los mundiales". Tiene un reto por delante para el presente campeonato del mundo: "En los Ángeles perdimos la medalla de oro en 4x2OO libre por mi culpa. Tomé mal el relevo y esto nos costó la victoria. En Madrid los relevos me interesan especialmente, porque lo que está en juego es la actuación del equipo nacional.

Llegó a Madrid precedido de una aureola de ogro para la prensa. Aunque estudia Ciencias Políticas y Periodismo, nunca se ha llevado bien con los informadores. Su obsesión en este tema es casi freudiana: "Cuando tenía 15 ó 16 años y conseguí mis primeros éxitos, los periodistas no me dejaban tranquilo tú me trataban como a un muchacho adolescente sino como a una especie de superhombre. Decidí entonces que había que acabar con todo eso". En Madrid, está contento: "Por ahora me gusta todo. La gente me está tratando muy bien, están teniendo muchas atenciones conmigo, el hotel es perfecto, la comida también..." y la piscina del Centro de Natación le parece "muy rápida".

Estudia español

La Universidad alemana le obliga a estudiar dos lenguas aparte de la propia. La primera de ellas es el inglés. La segunda el español y también un poco de latín, pero no parece estar lo suficientemente seguro de conocer nuestro idioma como para hablarlo.

La única afición que reconoce el alemán es la natación: "Nado porque me divierto haciéndolo, y si algún día dejara de divertirme, dejaría también la natación. En los entrenamientos cambio mil veces de programa. Nunca he entrenado dos veces de la misma manera. Es cierto que a veces practico el baloncesto u otros deportes para relajarme, pero mi gran afición sigue siendo nadar".

No se le conoce novia -"me distraería y descuidaría mis entrenamientos", dice- y vive en el domicilio familiar. Tiene problemas con el presidente de la Federación Alemana por su carácter, y en Los Ángeles su madre desveló a la prensa alemana una curiosa costumbre del Albatros: "Guarda como símbolo de suerte la pluma más bella de la cola de un papagayo que tiene en casa cada vez que el animal cambia de plumaje".

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