Veranidades
Hasta ahora las noticias políticas más importantes del verano español son la descomposición intestinal del señor Rodríguez de la Borbolla, la cena político-ampurdanesa de Pedro Portabella y esa ración de dorada a la sal que, después de varios días de ayuno, paladeó Vargas Llosa en Marbella en compañía de Isabel Preysler y Miguel Boyer. En verano España se queda vacía aunque esté llena. En verano, en España, pase lo que pase, nunca pasa nada.Por eso me sorprende que en un ambiente de tan general abandono de la tensión histórica, un grupo de fanáticos y fanáticas de Julio Iglesias se fuera a abuchear a Isabel Preysler y Miguel Boyer, reivindicando su inquebrantable adhesión al primer marido de la famosa dama. Que con estos calores alguien esté dispuesto a pronunciarse vehementemente en favor de Julio Iglesias frente a la mujer que lo abandonó merece tanta perplejidad como curiosidad. En cambio, a nadie se le ocurrió montar un piquete para abuchear a Miguel Boyer después de su rock seasión de neoliberalismo duro en la universidad de Santander. Ya sólo la música popular genera grandes pasiones.
Y yo diría que, hasta ahora, lo más importante del verano es esa apertura de caballo audaz que ha protagonizado Miguel Boyer en Santander, un banderín de enganche para un social liberalismo que se hace, pero no se dice. Menos mal que es una conferencia de verano. Una veranidad más en una universidad de verano. Porque de no ser así, esa conferencia debería ser tenida en cuenta y no ya por los antagonistas convictos y conversos del boyerismo, sino incluso por esos miles y miles de socialistas que siguen dudando que Largo Caballero y Milton Friedman sean compatibles. Boyer no sólo ha expuesto un proyecto económico personal, sino que ha advertido al Gobierno que si no lo sigue vamos hacía la catástrofe. Ha nacido, pues, la gran esperanza blanca de un socialismo más blanco y de espuma controlada para la colada. Tal vez el hermes bifronte que hasta ahora componían González y Guerra sea ya trifonte con la incorporación de Boyer a la polisemia socialista. O simplemente se trate de locuras de verano. Otra veranidad.
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