El ministro y los teléfonos
Se oye de pronto un sonido de campanillas. El ministro mira con un algo de susto hacia la mesa. Calla. Observa los teléfonos, y todos nos quedamos escuchando. Alguien dice: "Es el reloj". Es el reloj, un carillón de complicado sonido que, tal vez remotamente, se asemeja al de un teléfono. Manuel Chaves suspira con alivio. "El mayor problema de ser ministro es aprender cómo funcionan los teléfonos. Bueno, hay dos que todavía no sé para qué sirven".Cuando el ministro está explicando que "para esto soy un desastre", que deja los botones apretados, que no termina de aclararse, una secretaria entra y se dirige hacia la mesa: "Es que se ha dejado descolgado el teléfono del gabinete".
Manuel Chaves no acaba de sentirse ministro, y a esa sensación extraña que asegura tener se añade una cierta timidez cuando trata de explicar que él no se esperaba el nombramiento y que Nicolás Redondo se limitó a felicitarle cariñosamente cuando le encontró en el Parlamento, durante el acto de apertura solemne de la Cámara. El pasado martes, Chaves participó en, por el momento, su última reunión en la Comisión Ejecutiva de UGT. Presentó su dimisión y bromeó con sus compañeros de sindicato.
Ha sido hasta ahora secretario confederal de la central socialista, y aunque no de forma explícita, su misión era servir de enlace entre UGT y el partido socialista. Pertenece a ambas organizaciones desde los tiempos en que UGT y el PSOE eran, en Andalucía, casi una tertulia de amigos. Ha participado activamente en cuantas negociaciones se han producido entre los interlocutores sociales. Conoce, pues, bien a. sindicatos y patronal. Desempeñó un papel muy activo en la reforma de la Seguridad Social, sobre todo intentando conciliar las posturas del Gobierno y del sindicato, y aunque pocos lo sepan, influyó decisivamente para suavizar el primitivo proyecto de reforma.
Tiene fama de hombre que hace culto de la amistad y prefiere abandonar las discusiones antes de llegar a enfrentamientos irreversibles. Pero debajo de su cordialidad, de su aspecto de hombre tranquilo, Manuel Chaves guarda un genio vivo y una tenacidad a toda prueba.
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