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De un lado y otro) de la moral ha emergido un desaforado interés por la sexualidad. En un primer momento parece bien que se hable del sexo, que eso deje de ser un tabú y su código se tenga como un lenguaje neutral, tal como un basic. Sin embargo, en el momento en que se llega a esta situación; es decir, en el instante en que el sexo se hace vocabulario, es inexorable que se revuelva y reclame su censura. Se entiende que mucha gente abogue por la disolución del tabú,y sus erudiciones. Es muy engorrosa la demanda del sexo, y no existiendo una oferta adecuada, la búsqueda da pie a una pérdida de tiempo incalculable. Por otra parte, ese desequilibrio hace confundir los términos de cualquier relación, y en ese sentido la escasez de satisfacción sexual, que acaso favorece determinadas creaciones estéticas, es muy perjudicial para tener una idea cabal sobre las vecinas. La abolición del tabú facilita la claridad, da la medida de los objetos y las personas en cuanto objetos límites, pero la pérdida del secreto, una vez explorado su recinto con bengalas y timbales, se hace del todo insoportable.
El cuerpo desnudo es un desierto, y expuesto a la luz es de una. obviedad descorazonadora. Parece mentira que una cosa así haya. desencadenado tantísimos percances. Aun aceptando que existen cuerpos y cuerpos, no es fácil explicar que partiendo de su geografía fundamental las diferencias sean proporcionales a los efectos. Prueba de esta incoherencia es que un cuerpo que alguien adora resulta a menudo desdeñado por otro compañero de facultad. El sexo es lo único que ameniza la anatomía. Pero el sexo no se ve. No es ese apéndice ni ese pliegue. Bastaría suponer que es eso para persuadirse de sus limitaciones. Cualquier persona con gusto estará de acuerdo en que en su vida ha visto morfologías de un interés muy superior. El prestigio del sexo reside esencialmente en que no existe. El cuerpo está falto de ese sueño, y reencontrarlo requiere tan extrema apelación a lo imaginario que justifica lo que ocurre después. Debe decirse: la plenitud sexual es el vacío antes de localizar el sexo. La saciedad sexual es haber hallado su carencia.
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