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LA CONSTITUCIÓN DEL PARLAMENTO ESPAÑOL

Conspiración de silencio en los pasillos

Ministros en funciones que son presumiblemente cesantes y rumoreados ministrables se mezclaban en los pasillos del Congreso de los Diputados, en los que, al mismo tiempo, los diputados de AP y del PDP se evitaban cuidadosamente. Junto con la crisis de Coalición Popular y el último atentado terrorista, la posible configuración del nuevo Gobierno de Felipe González era el tema que acaparaba buena parte de las conversaciones. Tal vez para evitar especulaciones ,y malos entendidos en torno a la confección de su Ejecutivo, cuestión sobre la que gusta mostrarse especialmente hermético, el presidente, en contra de su costumbre, esquivó -a los periodistas e incluso canceló personalmente un encuentro con los informadores de la Cámara, encuentro que había sido previamente anunciado por portavoces de la Moncloa.Los ministros en funciones no se mostraban, en su mayor parte, menos huidizos ante la proximidad de cualquier periodista. Entre la prudencia aconsejada por Manuel Fraga a los diputados aliancistas a la hora de referirse a la crisis s rígida con los democristianos de Óscar Alzaga y el natural comedimiento informativo que caracteriza desde siempre a los altos cargos socialistas, la crónica de pasillos de la sesión constituyente del Parlamento resultó decepcionante. Esta vez no había altos cargos ejerciendo de observadores curiosos, ni figuras relevantes en las tribunas de invitados, como suele ocurrir en las ocasiones solemnes. Para colmo, habría que añadir al bajo tono ambiental las prisas del ex reformista Miquel Roca por escapar al acoso de la Prensa: el portavoz de Minoría Catalana no se movió del asiento durante toda la sesión, posiblemente para evitarse preguntas indiscretas o con miseratorias palmadas en la espalda.

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Pese a esta conspiración de silencio, el intercambio de rumores en las bases de los grupos parlamentarios, principalmente en el Socialista, eran incesantes: el ministro de Trabajo en funciones, Joaquín Almunia, era el blanco de no pocas especulaciones, relacionadas con las quinielas del próximo Gobierno -se le sitúa trasladándose a las inmediaciones de la presidencia, entre otras posibles localizaciones-. Pero, dentro de la tónica media de discreción elegida por el dirigente socialista tipo, el silencio contumaz de Almunia brilla con luz propia. La ola de rumores también afectaba a los titulares (en funciones) de Justicia, Fernando Ledesma; de la Presidencia, Javier Moscoso; de Sanidad, Ernest Lluch, y de Industria, Joan Majó, cuya relativa soledad en los pasillos evidenciaba su condicíón de candidatos a cesantes. Pero lo cierto es que la lista del próximo Gobierno -si es que, a estas alturas, ya existe- se encuentra exclusivamente en el bolsillo del presidente González, y así lo advierten sus más íntimos colaboradores, alguno de los cuales, por cierto, prepara ya las maletas.

En este contexto, pocos, ni síquiera los propios interesados, parecían apasionados por las inminentes consultas del Rey a los dirigentes políticos, consultas que podrían-comenzar esta misma tarde: o mañana por la mañana. Todos saben que tales entrevistas, del puro trámite, desembocarán inevitablemente, el martes, en la sesión de investidura de Felipe González como presidente del Gobierno.

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