Si mi abuela ...

La última esperanza de clasificación para las semifinales se esfumó como un duende después de otorgar los tres deseos. Entre protestas, lamentaciones y declaraciones pasionales de uno de los personajes más pintorescos del baloncesto español, se consumó lo presumible.Hay un refrán que reza: "No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy". El pase a las semifinales no se perdió con la derrota ante los del friski, friski, sino unos días antes.
España dio ante la URSS una medida más real de su valor. La historia reciente del equipo nacional demuestra que el juego desarrollado ante la URSS es el que más se parece al auténtico. Ni las regulares actuaciones ante Francia o Grecia, ni la deficiente ante Brasil. Por primera vez, España jugó como sabe y puede.
Se perdió. Lógico. Ante un equipó como la URS S no basta con jugar bien. Hay que tener suerte. Y España no la tuvo. No sólo en los momentos finales, en los que un detalle, una jugada, cambia el rumbo del partido, sino durante casi todo su desarrollo. Debido a esta ausencia de fortuna, habría sido necesario mejorar en algún aspecto técnico o humano para lograr el objetivo deseado.
El cambio táctico introducido por el seleccionador con respecto a otros partidos, al hacer permanecerzn la cancha durante mucho tiempo seguido a los jugadores que actuaban, tuvo un efecto positivo en los que estaban en el campo, pero negativo en los que debieron salir unos pocos minutos. Así, casi ninguno de los que sustituyeron a los titulares pudieron coger el ritmo y el equipo se resintió. Ante esta situación, el seleccionador se vio obligado a mantener a su equipo base durante casi todo el partido, a pesar de estar algunos cargados de faltas, como Jiménez y Martín, o cansados, como Epi.
Juan Corbalán, un chico joven que está destacando desde hace poco, opina que la importancia de las facetas del juego va desde dentro hacia fuera. El partido URSS-España ha sido una buena demostración. Los hombres de fuera españoles fueron mejores que los soviéticos. Se tiró más y mejor desde 6,25. Pero la clave de que el equipo español pudiese plantar cara fueron Jiménez y Martín. A pesar de esto, el rebote fue dominado por los ruskis y fueron ellos los que ganaron el partido.
Por último, es inevitable referirse a los árbitros, para muchos los auténticos verdugos de la selección. Su actuación, si no escandalosa, no se acogió a sus habituales cánones. Normalmente, en las innumerables situaciones dudosas que acontecen a lo largo de los 40 minutos, el equipo de casa suele llevar la mejor Parte. Esto no sucedió. Más bien, al revés. Los soviéticos se vieron favorecidos en la mayoría de estas decisiones. El suponer que una más favorable actuación de los colegiados hubiese tenido como consecuencia la victoria de España es una conjetura imposible de demostrar. Si mi abuela tuviese ruedas, sería una bicicleta.
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