Los liberales japoneses esperan recuperar hoy la mayoría absoluta en el Parlamento

Yasuhiro Nakasone, el hombre fuerte del Partido Liberal Democrático (PLD) de Japón, ha ignorado prácticamente a sus adversarios de la oposición en la campaña para unas elecciones cuyo único interés radica en saber si los liberales recuperarán la mayoría parlamentaria absoluta, perdida en las anteriores elecciones de diciembre de 1983. Los últimos sondeos dan grandes posibilidades de que el PLD logre en los comicios de hoy superar la barrera de los 271 escaños (en una Cámara de Representantes de 512 miembros) sin necesidad de contar con el apoyo del Club de los Nuevos Liberales (escisión del PLD), que le dio la mayoría en la última legislatura.

Seguro de su victoria -aunque Nakasone se muestra muy prudente, como buen japonés-, el actual primer ministro recuperaría una posición de fuerza dentro de su partido, dividido en tres grandes fracciones, capaz de cambiar las reglas internas del PLD, que no permiten más de dos mandatos como primer ministro al presidente del partido. Sin embargo, si Nakasone puede ofrecer una victoria absoluta es posible que en el próximo congreso del PLD, en otoño de este año, imponga sus criterios y continúe gobernando durante otros cuatro años.Nakasone maniobró hábilmente desde principios de año, dejando correr el rumor de una eventual disolución de la Cámara de Representantes, para anticipar las elecciones y hacerlas coincidir con la prevista elección piarcial a la Cámara de Consejeros, (Senado), que debía celebrarse a finales del pasado mes de junio.

Finalmente, a principios del pasado mes de junio, Nakasone alargó la sesión de la Cámara de Representantes para tratar de los problemas de revalorización del yen disolviendo a continuación la Dieta (Parlamento) y convocando la actual doble elección, capaz de situarle como el líder que devuelve la mayoría absoluta al PLD -de curriplirse los sondeos- y, desde su aureola de triunfador, forzar un tercer mandato.

En su campaña, Nakasone, un líder con un índice de popularidad superior al 60%, ha esquivado los grandes temas de la actualidad nipona, como el crecimiento del gasto de defensa o el fortalecimiento del yen en relación con el dólar, en claro perjuicio a las exportaciones japonesas, para centrarlo en una campaña de imagen a través de la televisión -pero rechazando un debate con la oposición- capaz de recordar a los electores japoneses que es el mejor líder para dinigir los destinos de este país.

La campaña ha tenido, dentro del clan liberal, sus anécdotas, como la del candidato invisible, centrado en la figura del influyente ex primer ministro Kakuei Tanaka, enfermo y recluido en su casa, desde donde dirige una campaña destinada a ser reelegido en su distrito de Niigata.

Tanaka, considerado como el shogun, o caudillo, de la política nipona, cuenta con el clan más influyente dentro de las fracciones del PLD (con unos 100 diputados) y espera salir reelegido, a pesar de su delicado estado de salud y del recurso pendiente en la condena por el escándalo de corrupción en la compra de aviones Lockheed cuando era primer ministro de Japón, en 1972.

Por otra parte, el actual primer ministro, Nakasone, cuenta también con la presencia de su hijo, Hirofumi Nakasone, de 40 años de edad, entre los aspirantes a un escaño, siguiendo una tradición de Japón, donde la práctica de la política es muchas veces hereditaria.