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MUNDOBASKET 86

España gano cuando recurrió al patrón clásico

Luis Gómez

ENVIADO ESPECIAL, España ganó ayer a Francia porque acudió al patrón clásico, se olvidó de algunos experimentos en cuanto el equipo francés respondió en. la cancha a la potencia que había predicado Díaz Miguel. Y ese patrón clásico no es más que uno: balones a Martín y Epi, desprovistos de minutos de banquillo y sometidos a la obligación de responder a la exigencia del momento. Los tres bases españoles no cosecharon un sólo punto y Francia, moralmente, venció en el choque entre defensas, individuales.

España llegó a tiempo en el primer período para que el resultado en el descanso no agravara una jornada inaugural con visos de dramatismo. Sin que sirva de precedente, Díaz Miguel alcanzó el vestuario sobrado de razón por sus declaraciones previas sobre: la reciente fortaleza defensiva de los franceses. En un partido de escuelas defensivas, Francia mostró mejor calidad y efectividad, si se tiene en cuenta que su transformación hacia esta tendencia data de hace poco más de 30 días. España llevaba trabajando ya en defensa al menos desde los Juegos de Los Ángeles y el espectáculo de los primeros 20 minutos era, para preocupar.

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España no consiguió asustar a los siempre intrépidos tiradores franceses, que no cayeron en la trampa de liarse a tirar sin cuento agobiados por una presión. Antes al contrario, el dominio en el marcador lo inauguró Francia, que alcanzó una ventaja de hasta 11 tantos. Los españoles tenían motivos para inquietarse: Francia ganaba en defensa y, además, tiraba mejor aun a pesar de que los jugadores nacionales debían estar mejor acostumbrados a la extraordinaria dureza de los aros del pabellón. Si se paraban a pensar en estas dos cuestiones, Francia aparecía como un enemigo capaz de dar la primera sorpresa, una bofetada en casa.

Como resultado de este dominio, España encontró serias dificultades donde parece más débil por decisión propia, en el ataque. Movimientos lentos y ausencia de pases hacia el pívot provocó que los franceses pudieran acosar a los tiradores. Martín, durante muchos minutos de este período, sólo recibió un pase, una ventaja incuestionable para el rival.

Tras el descanso, y dado que el juego defensivo español se había estabilizado no en la defensa buena (la individual) sino en la de reserva (la zonal), la dirección de Costa permitió ir solventando el asunto en cuanto logró que los balones llegaran a Martín y, en otras circunstancias, a un Epi incansable que respondió con furia en las dos vertientes del juego. Entre ambos, y en los nueve primeros minutos de la reanudación, cosecharon 21 puntos por 4 del resto de sus compañeros. Martín estuvo en la cancha 13 minutos seguidos de este período, por 17 de Epi. Ambos sólo se sentaron durante 120 segundos para estar presentes en un final que se presumía complicado.

España tuvo suerte esta vez de que Francia, con una buena defensa, no dispusiera de hombres altos y perdiera abrumadoramente la batalla del rebote. Con esta ventaja potencial, el juego español pudo ir solucionando la papeleta con acciones individuales. Sin embargo, la temida resistencia de los bases a lanzar a canasta evitó que la diferencia pudiera haber alcanzado un grosor suficiente para no tener que depender al final de un par de balones robados en el último minuto con más fortuna que otra cosa. Varios balones desperdiciados en pases al pívot, permitieron a Francia, disciplinada como nunca lo ha estado en una cancha de juego, amenazar en los momentos finales. La lógica preferencia arbitral y la mayor veteranía de jugadores como Sibilio, Epi o Martín, además de la tranquilizadora acción de Costa, permitieron evitar el susto.

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