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LA 'VIEJA DAMA' CUMPLE 100 AÑOS

Reagan felicita al "faro de esperanza para la humanidad"

Francisco G. Basterra

Los ojos de medio mundo se centraron ayer en Nueva York, por medio de la televisión y de los satélites, para contemplar cómo una. nación en la que el patriotismo está otra vez de moda, gracias al presidente Ronald Reagan, celebraba con una grandiosa fiesta-espectáculo el día de su independencia y el centenario de la estatua de la Libertad. Como en una película fantástica del director de cine Steven Spielberg, que asistió a los actos, cientos de millones de personas en 40 países pudieron ver cómo el presidente de Estados Unidos apretaba un botón que lanzó, poco antes de las tres de la madrugada del viernes (hora peninsular), un rayo láser verde contra la estatua, a la que calificó de "faro de esperanza para la humanidad". Se trata de una colosal escultura de 15 pisos de altura que preside la entrada al puerto de Nueva York y que fue iluminándose por partes mientras un coro de blancas vestales cantaba América.

Desde ese momento, la ciudad es una enorme fiesta a la que han acudido cinco millones de personas, que se unen a los 12 millones de neoyorquinos, dispuestos sobre todo a divertirse y a participar en el homenaje al símbolo de la libertad representado por la estatua. La vieja dama fue donada por Francia hace justo un siglo y ahora ha sido restaurada a un costo de 66 millones de dólares (cerca de 10.000 millones de pesetas).A pesar de que los periódicos más serios tratan de convertir este fin de semana en una reflexión sobre las raíces inmigrantes de Estados Unidos y sobre la filosofía de la democracia y la libertad, esto es sobre todo un gran happening montado por un hombre de Hollywood y una espectacular superproducción televisiva.

El medio del filósofo de la comunicación McLuhan se ha convertido en el mensaje. Una. encuesta publicada ayer por el diario The Washington Post y la cadena de televisión ABC asegura que el 80% de los norteamericanos piensa que el 4 de julio, fiesta nacional, es sobre todo una ocasión para pasarlo bien y relajarse y no para pensar en la Historia y en las libertades de este país.

Reagan presidió en la mañana de ayer, a bordo del acorazado Iowa, un símbolo del poder naval norteamericano que se proyecta por todo el globo, una parada de 32 buques de guerra, entre los que se encontraba el nuevo portaaviones británico Ark Royal.

El 'Sebastián de Elcano'

Patrullas de aviones norteamericanos, franceses e ingleses realizaron acrobacias sobre el puerto sobrevolando el desfile. Posteriormente, durante varias horas, más de 20 grandes veleros, entre ellos el español Juan Sebastián de Elcano, navegaron desde el puente Verrazano, ría Hudson arriba, en una parada espectacular que concentró a los barcos más bellos del mundo, en su mayor parte buques escuela.

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También estaba allí el polémico barco chileno Esmeralda, que fue utilizado por la junta militar de Augusto Pinochet como centro de torturas tras el derrocamiento de Salvador Allende, y cuya presencia no ha podido ser impedida a pesar de fuertes protestas efectuadas por el Congreso y de la opinión pública.

Durante la tarde se celebró un concierto de música americana a cargo de los Boston Pops. Por la noche, el presidente asistió a una cena-barbacoa en el portaaviones John F. Kennedy, desde donde presenció los mayores fuegos artificiales de la Historia -20 toneladas de pólvora-, por los que los organizadores han tenido que pagar 25 millones de, dólares de seguro.

Hoy, Nancy Reagan reabrirá oficialmente al público la estatua de la Libertad y Plácido Domingo cantará ante medio millón de personas, con la Orquesta Filarmónica de Nueva York, en un concierto gratuito que se celebrará en el Central Park.

El puerto de Nueva York alberga a una flotilla de 40.000 barcos en una especie de gigantesco camping naútico, que supera el tamaño de la Armada que invadió las playas de Normandía en la II Guerra Mundial.

Veinte mil marineros de más de 30 países descubren Nueva York, después de haber visto un vídeo que les advierte de los peligros de la gran ciudad, convirtiendo a Manhattan, según recordó ayer una anciana, en algo parecido a la celebración del día de la victoria aliada sobre Hitler.

Un gran sector de la isla de los rascacielos es desde ayer sólo peatonal y cientos de pequeños grupos musicales amenizan las celebraciones, mientras en decenas de chiringuitos se consumirán millones de perros calientes y hamburguesas, también símbolos, junto con la estatua de la Libertad, de este país.

Viento cortante

Bajo un viento cortante, extraño en esta época del año, Ronald Reagan, al que acompañaba el presidente de Francia, François Mitterrand, y su esposa, Danielle, única personalidad extranjera invitada, abrió los tres días de festejos (en la noche del jueves, hora de Nueva York) con un encendido discurso patriótico y en compañía de sus viejos colegas de Hollywood el cantante Frank Sinatra y los actores Gregory Peck y Elizabeth Taylor.

En un escenario con la forma de la diadema de la corona de la estatua, el presidente Ronald Reagan afirmó: "Celebramos a miss Libertad, esta madre de exiliados que levanta su antorcha junto a la puerta dorada, este símbolo de América, esta visión de todo lo que somos y de lo que deseamos ser".

"Es bueno saber que la estatua todavía inspira el sueño que la trajo aquí, el sueño de un nuevo mundo donde los viejos antagonismos podían ser dejados a un lado y los pueblos de todas las naciones podían vivir juntos", afirmó Reagan. Hasta el Papa de Roma, que está de viaje en Colombia, se unió a la celebración y envió un mensaje grabado en vídeo en el que expresaba su deseo de que "Dios bendiga a América".

El presidente impuso medallas de la libertad a 12 ciudadanos ilustres nacionalizados americanos, entre los que se encontraban Henry Kissinger, Bob Hope y el violinista Itzhak Perlman.

Mientras tanto, en la isla de Ellis, adonde en las primeras décadas de este siglo llegaron más de 15 millones de inmigrantes, el presidente saliente de Tribunal Supremo, Warren Burguer, tomaba el juramento de ciudadanía a 265 inmigrantes. Entre ellos destacaba el bailarín Mijail Baryshnikov, que abandonó la Unión Soviética para refugiarse y trabajar en Estados Unidos.

Baryshnikov, la antigua estrella del ballet Bolshoi, bailó inmeditamente después un pas á deux ante Reagan y Mitterrand, en el curso de la gala inaugural en la que participaron, presentados por Shirley MacLaine, Neil Diamond, Andy Williams y José Feliciano.

La supuesta seriedad de la ceremonia tuvo que ceder ante las exigencias de la televisión (la cadena ABC ha pagado 10 millones de dóa es por la exclusiva de las retransmisiones) y el presidente Reagan, Mitterrand y los 3.000 invitados que habían pagado 5.000 dólares por asiento, así como los millones de telespectadores, sufrieron estoicamente la interrupción de los actos para que se pasaran los anuncios.

Indignado por esta intromisión comercial, un juez de Washington se negó a intervenir en esta "orgía de comercialismo" y no quiso participar la ceremonia de juramento colectivo de miles de nuevos ciudadanos que se realizó, vía satélite coincidiendo con la de la isla de Ellis, en San Francisco, Saint Louis y Miami.

Yates privados

Junto a las fiestas populares, en las que por cinco dólares te puedes fotografiar sacando la cabeza por una réplica de plástico de la estatua de la Libertad o colocarte una diadema de goma en la cabeza -el recuerdo que está teniendo más éxito-, coexiste la celebración de la jet-set.

El mundo de los multimilionarios norteamericanos y los presidentes de las grandes multinacionales, aquí llamados fat cats, que para huir de la vulgaridad de empujarse en las orillas del río Hudson y acercarse a la estatua con unos prismáticos, han alquilado el Queen Elizabeth II o celebran grandes fiestas en sus yates privados.

En uno de ellos, el Maxim des Mers, el presidente de la popular empresa automovilística Chrysler, Lee Iacocca, el hombre que ha logrado conseguir más de 260 millones de dólares para restaurar la estatua, celebró el éxito con caviar Beluga y Moet Chandon. En la fiesta, los invitados pudieron bañarse en la piscina de a bordo con la legendaria Esther Williams, la actriz que protagonizó la película Escuela de Sirenas.

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