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MEXICO 86

Josimar Higinio Pereira

El defensa brasileño salió del paro para triunfar en el Mundial

E. PÉREZ DE ROZAS ENVIADO ESPECIAL, Fue necesario que el teléfono sonara tres veces para que Josimar, la gran revelación brasileña en el Mundial, se diera cuenta de que debía cogerlo. Desde que su mujer está embarazada, Josimar suele ayudarla en la cocina en determinados momentos. No hace mucho que se han casado y le divierte meterse entre los fogones de su piso de Río de Janeiro, quizá para olvidar que llevaba ya dos largos meses apartado de su equipo, el Botafo en paro, porque no aceptaba las condiciones de la renovación de su contrato.

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Por fin se dio cuenta que sonaba el teléfono y, mientras se dirigía al comedor, se fue secando las manos con el delantal que llevaba puesto. La conversación duró escasos segundos. Josimar colgó el teléfono sin darle mayor importancia. Nada más entrar en la cocina, Alicia, su esposa, le preguntó quién era. "Nada, un bromista que decía que acabo de ser convocado para viajar a México. A quién pueden ocurrírsele estas bromas"."Mira que si es verdad...", le apuntó Alicia. "¡Pero cómo va a ser verdad!", dijo incrédulo Josimar. No habían transcurrido 30 minutos cuando esta vez sonó el timbre de la calle. Eran dos directivos del Botafogo que querían hablar con él. "Josimar, sácate el delantal, prepara la maleta y danos inmediatamente tu pasaporte, pues debemos gestionar cuanto antes tu viaje a México", le dijeron. Josimar se echó las manos a la cara y abrazó emocionado a Alicia. Era cierto; aquella llamada no mentía.

"No me importa decirlo", reconoce ahora con humildad "lloré, lloré muchísimo, pues se trataba de la oportunidad que estaba esperando desde hace muchos años". Josimar Higinio Pereira se convertía así, a sus 24 años, en la gran sorpresa de Brasil.

Hace un mes estaba Josimar, como aquel que dice, en la calle. Mantenía conversaciones con el Botafogo para renovar su con trato, pero las negociaciones estaban en punto muerto. Llevaba dos meses sin jugar.

Josimar se quedé sin padre hace muchos años y tiene otros cuatro hermanos. Su madre los sacó a todos adelante trabajando de lavandera en aquel barrido Río. No hace mucho le dijo a su madre que estaba cansado de que trabajara tanto 37 que no cesaría hasta ganar el dinero suficiente como para retirarla.

Mientras Santana le daba vueltas y más vueltas a la selección, Josimar esperaba impaciente que alguien se acordar de él. Que cualquier otro club llamara a su puerta y le ofreciera un buen contrato. El, excelente lateral ofensivo, buen goleador pero deficiente marcador, desconocía lo que le iba a deparar el futuro. Leandro, lateral derecho titular de la selección, se negó a viajar a México. Por un lado, porque quería jugar de marcador como lo hace en el Flamingo y, por otro, porque no estaba su amigo Renato.

A la renuncia de Leandro se unió la lesión de Edson frente a Argelia. Y Santana, rompiendo todas las quinielas de los sesudos informadores brasileños, llamó a Josimar. Y Josimar llegó, se aclimató en cinco días, se ganó el puesto en dos y, nada, más salir, logró uno de los goles más bonitos del campeonato, conectando un disparo desde 40 metros, en el partido frente a Irlanda del Norte, que entró como un misil por la escuadra derecha de la portería de Patt Jennings.

Ahora, lógicamente, hay que sacarle jugo al asunto. Los del Botafogo han llamado muchas veces a Josimar. Quieren firmar un nuevo contrato ya. Pero ahora es Josimar quien dice que ni hablar. Y no firmará. Tiene propuestas del Flamingo, Fluminense y Corinthians, que están dispuestos a darle más de 6.000 dólares (unas 850.000 pesetas) al mes. Suficiente para que su madre se compre, no una sino 10 lavadoras superautomáticas.

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