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Inquietud en la Costa del Sol por la campaña de ETA contra instalaciones turísticas

Una penosa incertidumbre planea sobre la Costa del Sol mientras la pesadilla de las bombas de ETA no parece tener fin. Todo está en el aire. Nadie se atreve a pronosticar cómo será el verano que acaba de estrenarse. "Depende, pero si uno de estos artefactos causa una desgracia personal, el chiringuito se hunde y nos pilla a todos". Esta opinión de un hotelero de la zona es compartida por la gran mayoría de la gente del sector turístico. Cuando han estallado ya siete bombas y otras cuatro han sido desactivadas, una primera consecuencia está clara: entre 1.000 y 1.500 contratos temporales de trabajo perdidos.Miguel Sánchez, director de un conocido hotel de Benalmádena, se afeitaba somnoliento y escuchaba las noticias de una emisora británica, el pasado 27 de mayo, cuando comenzó la pesadilla: ETA Militar anunciaba acciones terroristas en zonas turísticas del Mediterráneo. Veinticuatro horas después, medio kilo de trilita causaba daños en un hotel de Torremolinos. El Gobierno Civil de Málaga se apresuró a informar de que se trataba de una explosión de gas. De nada sirvió esta estrategia. Había estallado la primera bomba.

En estos momentos, a pesar de todo, la situación es bastante mejor de lo que muchos pensaron aquel día. "Estamos bastante preocupados por lo que ha ocurrido, y sobre todo por lo que pueda ocurrir", afirma Pedro Turpault, presidente de la Asociación de Empresarios de Hostelería de la Costa del Sol (Aehcos). "Si la cosa sigue como hasta ahora, es decir, si avisan con tiempo suficiente y no hay heridos, esperemos que el verano sea normal. El problema", agrega Turpault, "es que eso no se sabe, porque está claro que no pasa nada porque ellos lo quieren. Desde luego, si hay un herido todo cambiará, desgraciadamente".

Al contrario que en la primera campaña terrorista en la Costa del Sol, emprendida por ETA Político-Militar en el verano de 1979, en esta ocasión todavía no se han anulado reservas y el ritmo de venta se mantiene. La esperanza está cifrada en el turismo británico, que representa el 60% de los más de tres millones de visitantes extranjeros que pasan aquí sus vacaciones. En segundo lugar, con un 25% aproximadamente, está el mercado alemán.

En general, la opinión mayoritaria en el sector no es optimista. Luis Callejón, profesional de larga trayectoria y ex presidente de la patronal hotelera, opina que será decisivo lo "que cuenten a la vuelta los miles de turistas que han vivido esta triste situación". "La publicidad directa es la más efectiva, por lo que habrá que esperar hasta julio para saber qué ocurre", dice Callejón.

Anulación de reservas

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Callejón recuerda que la situación, al margen de las acciones de ETA, es ya negativa, debido a la anulación masiva de reservas americanas y canadienses tras el ataque armado de Estados Unidos a Libia. En este sentido, Ángel Carazo, presidente del Patronato de Turismo, asegura que por este motivo se han dejado de ingresar cerca de 4.000 millones de pesetas, una cifra muy importante procedente de un mercado muy atractivo, ya que, además de su poder adquisitivo, disfrutan sus vacaciones en temporada media o baja.Las consecuencias negativas para el empleo son las primeras que se han puesto de manifiesto. El presidente de los empresarios calcula que entre 1.000 y 1.500 contratos temporales han dejado de realizarse en estos momentos debido a la incertidumbre existente. En la Costa del Sol, el sector turístico, con 400.000 camas y unos ingresos anuales superiores a 100.000 millones de pesetas, da trabajo a cerca de 25.000 personas y en temporada alta, en circunstancias normales, se producen unas 5.000 contrataciones temporales, con una duración entre tres y seis meses.

"Estoy muy extrañado por la postura de los sindicatos", señala Pedro Turpault, "que no han dicho nada ante la situación cuando de la actuación de ETA pueden depender muchos puestos de trabajo". Callejón es más: "Las bombas se están cargando un porcentaje considerable de los contratos temporales, y los sindicatos, callados. Luego, ante un despido, uno, organizan huelgas de hambre y concentraciones. Yo no lo entiendo".

Los turistas han reaccionado con serenidad ante la situación, aunque es obvia su inquietud. Jeanette, por ejemplo, una belga de 27 años, asegura que lo primero que hace cuando entra en su habitación es mirar en todos los rincones por si veo algo extraño". "No es que esté muy preocupada, pero una bomba no es cualquier cosa".

Nucha, una italiana madura, cuenta cómo la preocupación está extendida por todas partes: "Hacía varios días que no hablaba con mi familia cuando se enteraron por la televisión de que en Marbella había estallado una bomba, y se pusieron nerviosísimos. Me estuvieron buscando como locos hasta que comprobaron que estaba bien. Esta situación es muy lamentable, pero confío en que termine pronto, por el bien de todos".

Sorpresa

Ni Jeanette ni Nucha han tenido que abandonar el hotel en el que se hospedaban por amenaza de bomba, experiencia que sí han vivido en los últimos 30 días en la Costa del Sol al menos 6.000 turistas. Salvo excepciones, su reacción ha sido buena y, en algunos casos, sorprendente.Un ciudadano británico, de unos 40 años, alojado en el hotel Puente Romano estaba saboreando un brandy cuando le avisaron que tenía que desalojar. Dejó su copa y nada más salir ésta saltó por los aires a consecuencia de la explosión de dos kilos de Goma 2 colocados en el cabecero de una cama de la habitación de al lado. "Consciente de que el peligro había pasado, decidí pedir otro brandy", declaró a los periodistas.

Tanto Turpault como Carazo, que ha vivido personalmente un desalojo, resaltan con satisfacción el comportamiento de los clientes. "Cuando estalló la bomba en el Pez Espada", comenta Ángel Carazo, "los clientes me tranquilizaban a mí, y una vez que pasó todo, estuvieron bebiendo y bailando en la discoteca hasta las tres de la madrugada". "La reacción de los clientes está siendo admirable", afirma con rotundidad Turpault, que confía en que todo esto termine cuanto antes.

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